Los documentos pictográficos de la Mixteca Alta

Sebastián van Doesburg

La Mixteca Baja, en los límites de los actuales estados de Oaxaca, Guerrero y Puebla, es una zona con una historia casi desconocida. Sin embargo, la zona es rica en documentos pictográficos que hasta ahora han sido poco estudiados. Además de algunos códices genealógicos, hay pinturas que tratan sobre el tributo, la tenencia de la tierra y la producción de sal.

 

“A la Mixteca Baja pusieron nombre de Ñuniñe, por ser tierra cálida”. Con esta breve frase introdujo fray Antonio de los Reyes en 1593 esa poco conocida región mixteca en los límites de los actuales estados de Oaxaca, Guerrero y Puebla. La región es montañosa y forma parte de la Sierra Madre del Sur, con la Mixteca Alta al sureste y la Montaña de Guerrero al oeste, pero sus cumbres no alcanzan las alturas de estas vecinas. Aproximadamente la mitad de la Mixteca Baja está situada entre los 1 200 y 1 400 msnm y sus ríos llevan el agua de la Sierra Madre del Sur hacia la cuenca del río Atoyac-Balsas al norte. 

Hoy en día, la Mixteca Baja es una zona aislada y notoriamente marginada, sobre todo en su parte occidental. En la parte oriental, alrededor de Huajuapan y Tequixtepec, la existencia de un estilo particular manifiesto en los materiales arqueológicos del periodo Clásico –llamado Ñuiñe– fomentó el interés de arqueólogos desde la década de los sesenta, pero la arqueología e historia de la mayor parte de la región es virtualmente un capítulo desconocido. No obstante, existen importantes testimonios históricos –entre ellos documentos pictográficos del siglo XVI– que han recibido escasa atención hasta la fecha. 

A la llegada de los europeos a la Mixteca, el territorio estaba distribuido entre varios importantes señoríos mixtecos. El nombre para la región (Ñuniñe) es también el nombre mixteco de Tonalá, quizás un lugar emblemático de la región. Este señorío incluía –seguramente mediante una red de relaciones genealógicas– a los “sub-señoríos” de Atoyac y Silacayoapan. Otros centros de importancia eran Acatlán, Chila, Petlalcingo, Ixitlán y Piaxtla en el actual estado de Puebla; Ihualtepec-Suchiquilazala, Juxtlahuaca y Tecomaxtlahuaca en la parte occidental oaxaqueña, y Huajuapan, Huajolotitlán, Tezoatlán, Tequixtepec y Coyotepeji en la parte oriental.

 

Los documentos

 

Los gobernantes de estos señoríos promovieron la producción de libros genealógicos, documentos tributarios y mapas, de los cuales algunos se han conservado hasta hoy. En total se han identificado diez documentos provenientes de esta área: el Rollo de Tulane, los códices llamados DehesaEgerton 2895 y Becker II, los mapas de San Vicente del Palmar, de Xochitepec, el Poscortesiano No. 36 y el llamado Lienzo Mixteco III, así como el Códice de Tecomaxtlahuaca y la Genealogía de Igualtepec.

Durante mucho tiempo, un importante problema relacionado con estos documentos era la falta de un lugar de procedencia precisa para la mayoría de ellos. Sólo el origen del Códice de Tecomaxtlahuaca estaba bien establecido.

Rollo de Tulane. En 1991, Mary Elizabeth Smith demostró que en el Rollo de Tulane se representan 15 generaciones de la casa real de Acatlán (aproximadamente desde inicios del siglo XIII hasta mediados del siglo XVI) y registra la participación de los gobernantes de Teozacualco, señorío de gran prestigio en la Mixteca Alta, en su fundación durante la segunda mitad del siglo XII. La presencia de gobernantes y nobles de la Mixteca Alta en la Mixteca Baja en una fecha tan temprana llama la atención y sugiere una política de expansión desde la Alta hacia la Baja. Un segundo linaje en este rollo es quizás el de Chila.

 

Doesburg, Sebastián van, “Los documentos pictográficos de la Mixteca Alta”, Arqueología Mexicana núm. 90, pp. 52-57.

 

 

 Sebastián van Doesburg. Doctor en letras por la Universidad de Leiden, Países Bajos. Investigador en la Biblioteca Francisco de Burgoa de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, en donde coordina varios proyectos de investigación sobre documentos pictográficos de Oaxaca y Puebla y sobre la documentación colonial escrita en la lengua chochona (o ngiwa) de la región de Coixtlahuaca y Tamazulapan.

 

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