El jade no sólo fue en extremo valorado por su rareza y hermosura en la antigua Mesoamérica, también era algo sagrado imbuido de conceptos de abundancia y vida, que incluían el agua, el maíz e incluso el alma. En los depósitos de ofrendas, el jade tuvo también una significación cósmica directamente relacionada con el centro y el mundo. Aunque mucho de este simbolismo podría corresponder al Preclásico olmeca, puede también percibirse entre los mayas y otras culturas del Clásico y el Posclásico de la antigua Mesoamérica.
Lo que atrajo de la jadeíta a los primeros agricultores de Mesoamérica fue su densidad y solidez excepcionales, lo cual hizo posible fabricar hachas de excepcional y eficiente filo y brillante pulido. Sin embargo, el color era por supuesto otro componente principal: los matices azulosos y verdosos que aludían tanto al agua como a la producción agrícola, especialmente al maíz.
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Tomado de Karl Taube, “Los significados del jade”, ”, Arqueología Mexicana núm. 133, pp. 48 - 55.