El de los restos de Cuauhtémoc es uno de los casos más polémicos en la no pocas veces difícil relación entre la investigación arqueológica y el uso que para su conveniencia hacen de ella los políticos. Con sólidos argumentos científicos, Eduardo Matos deja claro que los huesos encontrados en Ichcateopan (Ixcateopan) no pertenecen al afamado tlatoani y nos enseña que tal idea se sostuvo porque así convenía a los gobernantes en turno.
En 1949 se dio a conocer, a nivel nacional, la noticia de que en el pueblo de Ichcateopan, Guerrero, se habían encontrado los restos óseos del emperador Cuauhtémoc. Los trabajos de excavación estuvieron a cargo de la historiadora Eulalia Guzmán, quien se precipitó a realizar las excavaciones sin contar con la técnica suficiente, pues quien había sido comisionado para tal fin por el arquitecto Ignacio Marquina, por entonces director del INAH, era el arqueólogo Carlos Margáin, quien no llegó a tiempo al lugar. En 1949, doña Eulalia realizó diversos sondeos tanto en la iglesia dedicada a San José como en la de Nuestra Señora de la Asunción, lugar en que ocurrió el hallazgo. En 1951, doña Eulalia volvió a excavar el montículo arqueológico ya mencionado y, conforme a las fotos del periodista Eliseo Salmerón que pudimos reunir, la falta de técnica es evidente en todas sus intervenciones. Se nombró una comisión que finalmente presentó sus resultados y dio pie a la controversia, pues unos aseguraban que no había duda de que se trataba de los restos del último emperador azteca, en tanto que otros tenían severas dudas acerca de esto.
DICTAMEN FINAL
La Comisión para la Revisión y Nuevos Estudios de los Hallazgos de Ichcateopan emitió el siguiente dictamen final de sus investigaciones, en 1976:
Primero. Que los restos óseos pertenecen a ocho individuos y provienen de distintas épocas y diversas formas de enterramiento.
Segundo. Que la joven mestiza adulta cuyos restos faciales y piezas dentarias forman parte del hallazgo de Ichcateopan no pudo haber sido enterrada en 1529.
Tercero. Que el entierro no pudo haber- se realizado bajo el altar mayor de Santa María de la Asunción en 1529, ya que existió una primera iglesia en otro sitio de Ichcateopan y la construcción del templo actual no se inició hasta 1550, cuando muy temprano.
Cuarto. Que la tradición oral no arranca del siglo XVI y que en su forma actual se conoce únicamente a partir de 1949.
Quinto. Que todos los documentos –tanto los que dieron origen al hallazgo como los presentados posteriormente– son apócrifos y fueron elaborados después de 1917.
Sexto. Que si bien la manufactura de la placa ovalada puede fecharse en el siglo XVI, las características de la inscripción que contiene corresponden a una escritura reciente.
Séptimo. Que las demás conclusiones de los estudios realizados no sólo no contradicen sino en su gran mayoría apoyan los puntos anteriormente señalados.
La Comisión para la Revisión y Nuevos Estudios de los Hallazgos de Ichcateopan emite este dictamen final: No hay base científica para afirmar que los restos hallados el 26 de septiembre de 1949 en la iglesia de Santa María de la Asunción, Ichcateopan, Guerrero, sean los restos de Cuauhtémoc, último señor de los mexicas y heroico defensor de México-Tenochtitlan.
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Tomado de Eduardo Matos Moctezuma, “Ichcateopan y los restos de Cuauhtémoc”, Arqueología Mexicana núm. 82, pp. 58 – 61.