Melgar, Fuzier y la cabeza olmeca de Hueyapan, Veracruz

Eric Taladoire

Para tratar de esclarecer el hallazgo del Monumento A de Hueyapan, Veracruz, y las andanzas de su “descubridor”, el interesante personaje llamado José María Melgar y Serrano –explorador, buscador de antigüedades, aventurero, periodista, comprador y vendedor de piezas arqueológicas–, el autor recurre a un manuscrito inédito de Jean-Baptiste Fuzier, médico militar francés que vivió en Veracruz entre 1862 y 1866.

 

En las publicaciones sobre la civilización olmeca, es a menudo mencionado el descubrimiento del Monumento A de Hueyapan por José María Melgar y Serrano en 1862. Aun si algunos textos dan la fecha de 1869, confundiendo el descubrimiento con la publicación de la primera de las tres notas dadas a la luz por él, se trata, efectivamente, de la primera cabeza monumental olmeca conocida. Todos los autores coinciden en afirmar que procede del sitio de Tres Zapotes, Veracruz, conforme a los datos de las excavaciones de Matthews W. Stirling, en 1938. Cabe mencionar que, a pesar de sus comentarios y de sus fotografías, las indicaciones proporcionadas por el mismo Stirling (1939) son relativamente imprecisas. Escribe que, en 1862, Melgar había descubierto el monumento en Hueyapan (Tres Zapotes, Veracruz), donde Albert Weyerstall (1932) lo vio más tarde. La primera visita de Stirling al sitio resultó difícil: necesitó ocho horas a caballo para llegar desde Tlacotalpan hasta la hacienda de Hueyapan, en las faldas occidentales del macizo de los Tuxtlas. Según él, el monumento se encontraba a un kilómetro y medio del pueblo de Tres Zapotes, de lo que se puede inferir que la hacienda y el pueblo se encontraban cercanos uno del otro. Pero, en una carta fechada el 19 de julio de 1965, citada por Ignacio Bernal, precisa: “La cabeza de Santiago Tuxtla definitivamente procede de Tres Zapotes. Cuando la observamos por primera vez hace muchos años, supimos de la historia de su traslado y, posteriormente, en otra visita a Tres Zapotes la gente de ahí nos enseñó el lugar del que la habían retirado al pie del monte, casi dos millas al sureste de la otra cabeza de Tres Zapotes”. O sea que según esta carta, el monumento fue desplazado antes de su llegada, y sólo habría ubicado su posición original gracias a las indicaciones de la gente del pueblo. En su informe afirma todavía, lo que coincide con las fotografías, que la cabeza se encontraba in situ, en el patio de un grupo de cuatro montículos, a poca distancia del arroyo Hueyapan. Existen entonces ciertas contradicciones en sus informes. Además, el plano de Tres Zapotes no incluye tal grupo, y no se nota ninguna mención de la ubicación original del monumento.

 

El descubrimiento

 

Michael Coe (1968) precisa que Melgar se encontraba “paseando” en la región de San Andrés Tuxtla, lo que resulta un poco sorprendente para la época, en medio de la Intervención francesa, y reproduce parte del principal artículo de Melgar (1869), de donde se puede sacar la escasa información siguiente: a una legua y media, o sea unos seis kilómetros, de una hacienda azucarera de nombre desconocido, en las faldas occidentales de la sierra de San Martín, en un lugar llamado Hueyapan, se descubrió accidentalmente el monumento. Los datos proporcionados por Melgar sobre las circunstancias de su descubrimiento son entonces bastante imprecisos. De acuerdo con su propia narración, a fines de los años 1850 (sin más detalle), un campesino trabajando su milpa en la hacienda Hueyapan, tropezó con un objeto enterrado. Pensando que se trataba de una olla metálica puesta boca abajo, tal vez esperaba encontrar un tesoro, conforme a las leyendas de oro antiguo enterrado. Empezó a excavar, hasta darse cuenta que no existía una olla de metal, sino una cabeza monumental de piedra basáltica (Melgar, 1869).

 

Taladoire, Eric, “Melgar, Fuzier y la cabeza olmeca de Hueyapan, Veracruz”, Arqueología Mexicana núm. 104, pp. 21-25.

 

•  Eric Taladoire. Profesor de arqueología prehispánica en la Universidad de Paris 1, Panthéon-Sorbonne, y miembro de la UMR 8096, Arqueología de las Américas. Ha trabajado en varias partes de la República, principalmente en el área maya (Toniná, Balamkú, Río Bec). Ha sido director del CEMCA y ha publicado libros sobre sus excavaciones en México. Se especializa en el estudio de los juegos de pelota mesoamericanos.

 

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