Lejano ya del símbolo de la cosmovisión que le dio origen, sus elementos adquieren otro equilibrio. Es frecuente que nuestra atención se fije en la acción devoradora del águila como si de ella emanara el sentido prioritario del emblema. [….] La dualidad principal del conjunto fue la del águila y el nopal. […] Los relatos del milagro, al conjugar el mito con el hecho histórico, nos permiten apreciar la importancia de la oposición águila/nopal… y la existencia de un pacto entre dos dirigentes. […] Algunos registros históricos hacen suponer que la fundación fue posible gracias a una componenda entre dos de los jefes principales; pero la forma de expresión no es otra que la convencional conformidad entre el pacto y el símbolo. La transacción y el modelo cósmico se fundieron en el milagro, y la adecuación quedó plasmada en el nombre de la ciudad y en su emblema religioso. El arreglo final fue entre el jefe Cuauhtlequetzqui (“El que Yergue el Fuego del Águila”), llamado también Cuauhcóatl (“Serpiente Aquilina” o “Serpiente-Águila”), y el guía Ténoch (“Tuna Pétrea” o “Tuna Dura”, nombre de una especie de nopal (López Austin, 2012, pp. 77-79).
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Tomado de Enrique Vela, Arqueología Mexicana, Especial 62, El nopal en México. Catálogo visual.