Nezahualcóyotl. Paradigma de justicia y rectitud

Clementina Battcock, Maribel Aguilar

Es indiscutible que los antiguos grupos prehispánicos se rigieron por una normatividad, aunque es difícil precisar fielmente su naturaleza y el modo en que operó, pues las noticias que existen sobre ella son fragmentarias y las que nos han llegado están impregnadas o han sido filtradas por el contexto, las preocupaciones y la modalidad del registro novohispano. La figura de Nezahualcóyotl, séptimo gobernante de Tetzcoco, resalta como uno de los máximos exponentes del buen gobierno y la recta administración de la justicia.

 

La imagen ejemplar de Nezahualcóyotl (1402-1472) responde a una construcción muy antigua, que fue enriquecida, modificada y transformada a lo largo del tiempo en códices y crónicas novohispanas, fuentes donde se cristalizaron versiones de las hazañas de este líder supremo. Si bien tales versiones no proporcionan un relato detallado de la vida del gobernante en cuestión, sí hacen énfasis en su participación en un momento político decisivo en la Cuenca de México: la hegemonía de Azcapotzalco encabezada por Tezozómoc.

La intervención de Nezahualcóyotl en este contexto histórico comienza cuando las ambiciones expansionistas de su adversario Tezozómoc le arrebataron el poder de Tetzcoco, ciudad de sus antepasados (nombre castellanizado como Texcoco y cuyas posibles traducciones, según el historiador Víctor Manuel Castillo Farreras, son: Tetzco-co, “el lugar del recipiente allanado”, o Tetzco-co, “el lugar de cierta biznaga”). A partir de entonces, se vuelven fundamentales las proezas que tuvo que emprender para recuperar su lugar de origen y, una vez recobrado, las nuevas disposiciones en materia de justicia que dictó.

 

El gobierno de Nezahualcóyotl

A la trágica etapa de Nezahualcóyotl, en la que pierde el gobierno de su sede de poder, se suman otros infortunados eventos como su consecuente huida después de ver morir a su padre a manos de sus enemigos. Algunos años se mantuvo errante, reuniendo aliados para combatir a Azcapotzalco, efectiva estrategia que lo llevó a recuperar su ciudad. Es a partir de este acto que Nezahualcóyotl se vuelve gobernante legítimo y adquiere el título de chichimeca tecuhtli (señor chichimeca). Reanudar alianzas con antiguos centros vecinos, restituyéndoles a sus anteriores gobernantes, sin importar que durante la contienda contra Azcapotzalco le hayan dado la espalda, fue de las primeras acciones que realizó; tal proceder implicó para el cronista Fernando de Alva Ixtlilxóchitl –responsable de la proyección de una imagen espectacular y todapoderosa de Nezahualcóyotl, es decir, del gobernante que todo lo puede y en todo lugar está– ciertos atributos, entre los que se pueden citar la justicia de castigar con rigor las transgresiones y la capacidad de ser un hombre de gran gobierno por crear cuatro consejos y por haber llevado a los mejores artífices hasta Tetzcoco. De esta forma, Alva Ixtlilxóchitl convierte a Nezahualcóyotl en el gran hacedor: de orden, de normas, de instituciones. Es el cronista que más datos proporciona sobre el andar de este gobernante, además de ser su mayor biógrafo y panegirista del siglo XVII. Después de todo, no hay que olvidar que se trata de un cronista vinculado con la estirpe del propio Nezahualcóyotl.

Ahora bien, la nueva organización propuesta por el gobernante de Tetzcoco se tornó modélica, y se proyectó en las acciones y decisiones que tomó ante las faltas cometidas por la comunidad que rigió, algunas de las cuales se relacionaron estrechamente con la traición, el adulterio, el asesinato, el robo y el consumo de bebidas embriagantes. Cabe señalar que los cronistas novohispanos, desde su lugar y tiempo, se refirieron a estas maneras de proceder como pecados que debían ser castigados, aunque con la salvedad de que tales transgresiones no estaban en detrimento de la ley del Dios cristiano, sino en contra de las normas impuestas por la sociedad prehispánica.

De igual forma, las nuevas disposiciones que implementó Nezahualcóyotl se vieron reflejadas en el espacio mismo, al crear un edificio, “palacio”, que le sirvió de vivienda y donde designó una zona específica para un supuesto tribunal que resguardaba las 80 leyes que dictó (repartidas en cuatro consejos supremos), desde el que se celebraron audiencias públicas y se determinaron y confirmaron sentencias de muerte. En torno a este lugar, es relevante señalar que resulta complicado contrastarlo con los escasos restos arqueológicos que de él sobreviven.

Estas acciones aproximaron a Nezahualcóyotl a un ejemplo de moralidad absoluta, deviniendo en él no sólo los atributos de justo y humilde, sino de gran gobernante. Sobre esto, el cronista de finales del siglo XVI, Juan Bautista Pomar, señaló que tras la elección de un nuevo gobernante en Tetzcoco, éste debía ayunar por cuatro días y meditar sobre la responsabilidad que adquiría y el cuidado que debía tener en el cargo de líder supremo que se le encomendaba y tenía en préstamo. Para lograr este cometido debía poner especial atención en los negocios de la guerra, el culto divino y la tierra. En consecuencia, para Pomar la práctica recurrente del ayuno, la clemencia y la justicia que Nezahualcóyotl practicó, bien hubieran podido hacer de él un gobernante cristiano; para su desdicha, tuvo el mal tino de nacer, vivir y morir poco antes de que en su reino se conociese el evangelio. No está de más afirmar que tantas virtudes habían de trasminarse forzosamente a su pueblo, ya que aunque idólatra, no estaba tan ciego ni desencaminado como otros, en la medida en la que no habían sido los tetzcocanos sino los mexicas los inventores de los diabólicos sacrificios humanos. Es digno de mencionar que para Juan Bautista Pomar, y después para Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, quizás por pertenecer a la misma casa real tetzcocana y que, quizá, se hayan conocido personalmente, los límites de acción de Nezahualcóyotl rebasaron el esquema de un gobernante modelo, encaminándolo a una concepción cercana a la divinización.

 

Clementina Battcock. Doctora en historia por la UNAM. Investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del INAH y miembro del Sistema Nacional Investigadores, nivel 1. Profesora en el Colegio de Historia de la FFyL de la UNAM y de la licenciatura de etnohistoria en la ENAH.

Maribel Aguilar. Maestra en historia por la UNAM. Ayudante de profesor en la materia “Mesoamérica” en el Colegio de Historia de la FFyL de la UNAM.

 

Battcock, Clementina, Maribel Aguilar, “Nezahualcóyotl. Paradigma de justicia y rectitud”, Arqueología Mexicana núm. 142, pp. 37-42.

 

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