Para ofrendar en el Templo Mayor

Leonardo López Luján

Imágenes del mundo. Las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan

Los patrones de los ritos de oblación

Pese a las grandes diferencias existentes en el tiempo y en el espacio, existen pautas rituales comunes a buena parte de las sociedades mesoamericanas. Un ejemplo claro son los lugares donde se depositaban las ofrendas, siempre relacionados con zonas liminares entre el ecúmeno y el anecúmeno (entre el mundo de las creaturas y los “más allá”), donde era posible entablar comunicación con las entidades divinas. Los lugares más socorridos eran los accidentes de la geografía sagrada (cerros, cuevas, barrancos, manantiales, cenotes, remolinos de agua, árboles), los elementos organizadores del espacio urbano (accesos, plazas, avenidas, acueductos), los edificios religiosos (templos piramidales, oratorios, canchas de juego de pelota), los monumentos escultóricos (efigies de culto, estelas, altares, banquetas) y las viviendas (palacios, residencias urbanas, casas campesinas y sus milpas).

Otro patrón recurrente tiene que ver con la posición de las ofrendas con respecto al espacio arquitectónico: solían ser enterradas en el centro, en las esquinas y a lo largo de los principales ejes de los edificios.

Imagen: Izquierda: En los ritos de oblación se sacrificaban lobos, pumas, jaguares, águilas, halcones y gavilanes que luego eran ataviados e inhumados con insignias militares. Foto: Mirsa Islas / Cortesía Proyecto Templo Mayor. Derecha: Algunas ofrendas fueron colocadas en el interior de tepetlacalli: cofres cuadrangulares de basalto o toba. Foto: Michel Zabé / Cortesía Proyecto Templo Mayor.

 

Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Université de Paris Nanterre, director del Proyecto Templo Mayor del INAH y miembro de El Colegio Nacional.

López Luján, Leonardo, “Imágenes del mundo. Las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan”, Arqueología Mexicana, núm. 165, pp. 15-23.