Pirámides como centro del universo

Eduardo Matos Moctezuma

Para los pueblos mesoamericanos, el movimiento de los astros y particularmente del Sol era determinante para estructurar su imagen del universo, y con base en ella definían también la orientación de sus ciudades y templos principales. El Sol nace por el oriente y se eleva en el firmamento para después empezar a declinar hacia el poniente, es decir, la forma piramidal representada en un edificio se asemeja en cierta forma al movimiento de ascenso-descenso que realiza el astro.

 

Si atendemos al significado del término “pirámide” resulta evidente que su primera acepción se relaciona con la forma de un cuerpo geométrico. Sin embargo, un segundo nivel nos lleva a considerarla como la manera común con que la gente se expresa en relación con edificios antiguos. Se habla de “pirámides de Egipto” (que en cuanto a la forma son verdaderas pirámides) o de las mesoamericanas, que en realidad no se ajustan cabalmente a la forma típica sino que son una serie de cuerpos escalonados superpuestos que adquieren cierta forma piramidal, con la escalinata que conduce a la parte superior. Esta masa arquitectónica conocida como basamento tiene por función la de servir para que sobre él se erija el templo propiamente dicho, que se encuentra en la parte más alta del mismo. En ocasiones, el basamento descansa sobre una plataforma que sustenta a todo el edificio.

La primera pregunta que surge es: ¿por qué esta forma del edificio? Esto nos remite de inmediato a la manera de concebir el universo de los pueblos mesoamericanos. Para ellos, el movimiento de los astros y particularmente del Sol era determinante para estructurar su imagen del universo, y con base en ella definían también la orientación de sus ciudades y templos principales. El Sol nace por el oriente y se eleva en el firmamento para después empezar a declinar hacia el poniente, es decir, la forma piramidal representada en un edificio se asemeja en cierta forma al movimiento de ascenso-descenso que realiza el astro.

Ahora bien, dentro de la variedad de pirámides tenemos aquellas cuya función era ser centro del universo o axis mundi de las sociedades en que se dan. Varias características les son propias: a) Están construidas en lugares considerados sagrados; la sacralidad del lugar se establece por medio de señales o símbolos que le dan validez. b) El edificio guarda una orientación hacia el poniente. c) Se asocia con sacrificio humano y guerra. d) Representa montañas sagradas con cuevas en su interior que contienen el agua y los granos que habrán de alimentar al hombre. e) Como consecuencia de los dos apartados anteriores, tienen relación con la dualidad vida-muerte. f) Estas montañas representan mitos importantes. g) Al ser el centro del universo, estos cerros/templos son el medio de comunicación entre los niveles terrestre, celeste y el inframundo, y de ellos parten los cuatro rumbos universales. h) Estas pirámides están rodeadas por plataformas que las circundan a la vez que delimitan su acceso y sirven para establecer el espacio sagrado de habitación de los dioses frente a otro espacio externo de habitación humana. i) Estas grandes plazas sirven para que en ellas se realicen ceremonias masivas con participación de la población en fechas especiales (Matos, 1995, 1997, 2003).

En la región central de Mesoamérica hay ciudades en las que se presentan algunos de estos rasgos, como en Teotihuacan, Cholula, Tula, Tenayuca, Tenochtitlan, Tlatelolco y otras más, si bien tomaremos como ejemplos aquellas de las que tenemos mayor información: Teotihuacan y Tenochti-tlan. En el caso de la primera se aprecian en dos conjuntos: la Pirámide del Sol y el Templo de Quetzalcóatl o de la Serpiente Emplumada en la Ciudadela. La primera fue construida durante la fase Tzacualli (1-150 d.C.) y el segundo en la fase Miccaotli (150-250 d.C.). En Tenochtitlan los rasgos se aprecian en el Templo Mayor, que se empezó a construir alrededor de 1325 d.C. y se fue ampliando al paso del tiempo. A continuación analizaremos cada una de las características mencionadas presentes en estos conjuntos.

 

A) símbolos de sacralidad

 

En el caso de la Pirámide del Sol, el lugar sagrado está indicado por la cueva que fue encontrada debajo del monumento por Jorge Acosta en 1971 y estudiada por Doris Heyden (Heyden, 1975). Ya habíamos comentado que no importa si la cueva es natural, artificial (hecha por el hombre) o presenta ambas características; lo que importa es el simbolismo que la representa como lugar por donde se puede ir al mundo de los muertos o la matriz que pare pueblos. Por eso suele asociarse con el agua como elemento de fertilidad, como lo indican los canalones hallados en el interior de ella. En el caso de la Ciudadela, recientemente se ha encontrado una especie de túnel que parte de la plaza y llega hasta el Templo de Quetzalcóatl (Sergio Gómez y Rubén Cabrera, comunicación personal).

 

Matos Moctezuma, Eduardo, “Pirámides como centro de universo”, Arqueología Mexicana núm. 101, pp. 31-39.

 

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