Signos del final de los tiempos. Los ocho presagios de la conquista en el Códice Florentino

Berenice Alcántara Rojas

Neciz tetzauhmachiotl itech yn Tonatiuh, no ytech ym metztli, no

yntech yn cicitlalti, yuan yn tlalticpac tlaca yolmiquizque, yca yn

icocomoquiliz yn itetecuicaliz yn ilhuica atl, no yuan yca yn iacuecueyo,

inyc poçoniz yn veyatl. Yn iquac y, yn tlalticpac tlaca çan

ihuian quahuactiazque nemauhtiliztica yuan netetzauiliztica,

yn ipampa yn tlein ye muchihuaz yn nohuiyan cemanauac.

Aparecerán signos-tetzáhuitl en el sol, también en la luna, también

en las estrellas. Y las personas de la tierra se desmayarán

por el crujir, por el palpitar del mar; también por sus olas, con

las que hervirá el mar. Entonces, las personas de la tierra, poco

a poco, irán languideciendo por el temor y el asombro, debido

a todo lo que ocurrirá en todas partes del mundo ( Juan de la

Anunciación, Sermonario en lengua mexicana, 1577).

 

Cada año, en los albores de diciembre, los nahuas de México y Tlatelolco, descendientes de aquellos que habían vivido la derrota de su pueblo y la devastación de sus ciudades, escuchaban de boca de los sacerdotes y predicadores la vívida descripción de los anuncios del fin de los tiempos, a partir de una cita del capítulo 21 del evangelio de San Lucas. Todos los nahuas que vivían cerca de una cabecera de doctrina, en la Nueva España del siglo XVI, estaban familiarizados con la idea de que habría signos portentosos y terribles que anunciarían el fin de los tiempos. Escuchaban a los religiosos insistir sobre esto, sobre todo en adviento y en cuaresma. Veían los horrores del fin del mundo y del juicio final pintados o esculpidos en las iglesias que ellos mismos, con su trabajo, ayudaban a levantar. Participaban, constantemente, en representaciones y obras de teatro sobre los últimos instantes de la humanidad. Todo, con la intención de que los nahuas estuvieran prevenidos y expiaran con sinceridad sus pecados.

Los presagios y la biblioteca del Colegio de Tlatelolco

Por su parte, aquellos nahuas que tuvieron acceso a una educación privilegiada, como los colaboradores de Sahagún, alumnos del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, no sólo entraron en contacto con estos signos apocalípticos a través de la catequesis y la predicación de los frailes, sino a través de los muchos libros que tuvieron a su disposición. Mientras aprendían latín y muchas otras materias, estos nahuas leyeron a Cicerón y a Séneca, a Virgilio y a Plutarco, a Lucano y a Tito Livio, a Tácito y a Flavio Josefo. En las obras de estos y otros autores, los colegiales de Tlatelolco leyeron sobre las guerras que habían acabado con los más grandes imperios y cómo todas ellas habían sido anunciadas por presagios. Por ello, cuando Sahagún propuso a sus colaboradores nahuas retomar los testimonios que habían sido recogidos años atrás de testigos presenciales de la conquista, y ampliarlos para elaborar el relato en lengua náhuatl que acabaría dando forma al libro XII de la Historia general de las cosas de Nueva España, “que tracta de como los españoles conquistaron a la ciudad de México”, estos nahuas y este fraile decidieron inscribir aquellos acontecimientos dentro de una historia mucho mayor, añadiendo elementos y símbolos tomados de otras historias, entre los que sobresalen los presagios, pues la caída de Tenochtitlan, al igual que había ocurrido con Roma y Jerusalén, debía haber estado anunciada por portentos terribles y funestos presagios.

El papel de los presagios-tetzáhuitl en el Códice Florentino

En el Códice Florentino, tanto en el texto náhuatl preparado con los colaboradores de Sahagún, como en la versión en castellano redactada por él mismo, así como en la Relación de la conquista que el fraile elaboraría muchos años después, el relato de la conquista de México inicia con los ocho presagios que comenzaron a ser vistos aproximadamente diez años antes de la llegada de los españoles. Entre estos presagios encontramos fenómenos celestes, semejantes al cometa con forma de espada que durante un año irrumpió sobre el cielo de Jerusalén, de acuerdo con De antiquitatibus ac de bello judaico de Flavio Josefo, un libro que se encontraba en la biblioteca de Tlatelolco. Asimismo, en el libro XII, el segundo presagio refiere la combustión espontánea del templo de Huitzilopochtli, tal y como Lucano narra el incendio del templo de Vesta en su Bellum civile o Farsalia; mientras que templos golpeados por un rayo en días de sol, como el del tercer presagio del Florentino, son mencionados por Lucano, Tito Livio y Virgilio, tal y como lo han señalado Felipe Fernández-Armesto y Guy Rozat.  

A la vez, como lo han mostrado varios trabajos, como los de Miguel Pastrana y Diana Magaloni, los presagios del libro XII del Códice Florentino son plenamente tetzáhuitl desde una perspectiva indígena, pues también se encuentran vinculados con muchos elementos de la tradición mesoamericana. El incendio espontáneo del templo de Huitzilopochtli, por ejemplo, parece evocar en sus elementos –fuego alimentado por agua– los dos principios opuestos y complementarios (el agua divina, lo quemado, atl tlachinolli) a partir de los cuales los nahuas caracterizaban el combate de fuerzas antagónicas que se manifestaba durante los conflictos bélicos. El rayo que cae sobre el templo de Xiuhtecuhtli durante un día soleado anunciaba, según se ha estudiado, la muerte del gobernante y el fin de su poder, pues este numen era considerado el fundamento del poder político. La aparición nocturna de la mujer que llora –identificada como Cihuacóatl en el libro VIII– auguraba trabajos pesados a sus hijos, los mexicas. Mientras que el mamalhuaztli o mastelejos, las estrellas que vio Moctezuma en el espejo que estaba en la cabeza de la grulla, y a las que los nahuas daban el nombre de los dos palos con los que se sacaba el fuego nuevo cada 52 años, marcaban con claridad el fin de una era.

Al asociar y vincular símbolos cristianos y mesoamericanos, Sahagún y sus colaboradores nahuas lograron inscribir con éxito la historia de la conquista de México dentro del gran drama de la cristiandad, mostrándonos, a su vez, cómo en el último tercio del siglo XVI este acontecimiento había adquirido para los nahuas los alcances de un verdadero cataclismo. Los presagios funcionaron en el Florentino como un marco estructurador al que se ciñe el relato de la conquista, para subrayar, desde una perspectiva cristiana e indígena, el fin de una era y el principio de otra, la época en la que vivieron Sahagún y los intelectuales nahuas que se formaron en el Colegio de Tlatelolco: el nuevo tiempo de los nahuas cristianos.

 

Berenice Alcántara Rojas. Investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. Se especializa en el estudio del proceso de evangelización y en la traducción de textos en lengua náhuatl del periodo novohispano.

Alcántara Rojas, Berenice, “Signos del final de los tiempos. Los ocho presagios de la conquista en el Códice Florentino”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 89, pp. 54-69.