Ninguna otra región posee la riqueza étnica que caracteriza a Oaxaca. En este accidentado y diverso territorio –que además del actual estado de Oaxaca comprende partes de Guerrero– habitan amuzgos, chatinos, chinantecos, cuicatecos, huaves, mazatecos, mixes, mixtecos, tecuates, tlapanecos, triquis y zapotecos. Esta riqueza da lugar a una amplia gama de expresiones culturales, entre ellas la tradición textil. Entre los rasgos que hacen de la producción textil de la región oaxaqueña una de las más notables de México se encuentra su gran variedad: en cada región se encuentran atributos distintivos y se calcula que existen unos 300 trajes distintos, tejidos ya sea con algodón, lana o seda. El atuendo de las mujeres se compone por lo común de un huipil (camisa recta, sin mangas), que puede ser más o menos largo: hasta abajo de la rodilla entre los zapotecos y mixes de la sierra norte y algunos mixtecos; arriba de la rodilla para mazatecos y chinantecos, y a la cintura entre los zapotecos del istmo.
Completa el vestido el enredo, una pieza que envuelve el cuerpo de la mujer de la cintura hacia abajo, también a alturas diversas; las tehuanas usan faldas largas y amplias. Otro elemento característico es la permanencia de técnicas de elaboración cuyo origen se remonta a la época prehispánica. Son numerosas las comunidades en que los textiles se fabrican en telar de cintura, y en algunas de ellas aún se utiliza el malacate para hilar. Existen comunidades en las que todavía se utilizan tintes naturales – como la grana cochinilla, el añil y el caracol púrpura– para teñir las telas. Por lo general, los textiles de esta región están bellamente decorados con bordados que incluyen diversos motivos, algunos de claro origen prehispánico y relacionados con la cosmovisión indígena.
“Oaxaca”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 55, pp. 24-31.