Transgresiones sexuales en el México antiguo

Miriam López Hernández, Jaime Echeverría García

Las transgresiones sexuales ocurrieron en el tiempo mítico y en el cotidiano. Dioses y seres humanos infringieron la norma sexual con prácticas incestuosas, adúlteras, homosexuales, entre otras. Las transgresiones en ambos espacios fueron un componente funcional del cosmos.

 

Se consideraban transgresiones tanto los actos voluntarios como involuntarios. Estos actos rompían el orden y producían el caos en la comunidad, por lo que el transgresor debía reparar el equilibrio perdido. Dicha reparación en muchos casos se lograba mediante la muerte, pero existían distintos grados de resarcimiento conforme a la clase, género o circunstancia.

La transgresión sexual producía un desequilibrio en diferentes niveles: individual, social y cósmico. La falta sexual no sólo repercutía en el ámbito personal, pues la presencia del transgresor perjudicaba la cosecha, los animales, los recién nacidos, el comercio; de tal manera que las consecuencias de la falta afectaban a nivel comunitario. Igualmente, se creía que las transgresiones alteraban el orden cósmico, toda vez que podían producir el fin de una era: Moctezuma mandó destruir un lugar de prostitutas en Tlatelolco porque atribuyó a sus transgresiones públicas que los dioses hubieran permitido a los españoles llegar e imponer su dominio.

 

Transgresión sexual mítica

 

Ésta sucede en el tiempo divino anterior al de los seres humanos, Tamoanchan era la morada paradisiaca de Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl, dioses creadores, quienes expulsaron a sus hijos de ese lugar tras haber cortado una o varias flores –metáfora de una falta sexual–, y así descendieron a la Tierra. El desgarramiento del árbol de Tamoanchan es consecuencia de dicha falta.

Entre las divinidades transgresoras se encuentran Ixnextli, Ixcuina, Xochiquétzal, Tlazoltéotl, Tezcatlipoca, Itzpapálotl, Huehuecóyotl e Itztlacoliuhqui. Por consiguiente, tales dioses estuvieron investidos de una carga sexual importante. Por ejemplo, Ixnextli estuvo vinculada con los acusados de un robo o de vivir placenteramente, pues se les llamaba ixnex; Ixcuina era defensora de los adúlteros, y Tlazoltéotl era la diosa de la basura, entendida como excesos sexuales.

En el Códice Telleriano-Remensis (f. 19r.) se asienta que con la expulsión de Tamoanchan se originó el tiempo y el placer sexual. La expulsión de los dioses introdujo la muerte, pero la pérdida de la longevidad indefinida se vio compensada con la procreación, los vegetales comestibles y la primera luz del alba (Graulich, 1990, p. 75). 

La transgresión primigenia es el detonante de la circulación del tiempo (calendario-espacio humano) en el cual aparece la Tierra, la agricultura, el fuego, el sexo y, por ende, la procreación. Es decir, la transgresión mítica causa una disrupción que permite el paso de un estado precultural a uno cultural. La transgresión sexual fue un componente funcional del cosmos, pues actuaba como detonante del movimiento. Las fuerzas creadoras y del orden así como las destructivas y caóticas eran oposiciones necesarias que permitían el dinamismo del universo.

 

López Hernández, Miriam, y Jaime Echeverría García, “Transgresiones sexuales en el México antiguo”, Arqueología Mexicana núm. 104, pp. 65-69.

 

 Miriam López Hernández. Arqueóloga. Maestra en antropología por la UNAM. Doctorante del Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM. Profesora de la ENAH. Realiza investigaciones sobre sexualidad, género y condición de las mujeres en la época prehispánica.

 Jaime Echeverría García. Arqueólogo. Maestro en antropología por la UNAM. Doctorante del Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM. Profesor de la ENAH. Realiza investigaciones sobre locura, alteridad y miedo entre los antiguos nahuas.

 

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