El arte prehispánico en los murales del Centro SCOP de Juan O’gorman
En su tesis de maestría, Eulalia Guzmán señala que en el arte prehispánico existen cinco caracteres que eran iguales en todas las civilizaciones precolombinas, mismos que incluso trascienden en el tiempo. El primero es el “ritmo acentuado con la repetición del motivo”, el cual hace referencia a la agrupación de elementos en unidades completas en sí mismas, que forman parte integral de un conjunto, aunque no tengan una secuencia lógica.
Pueden estar dispuestas en bandas o frisos, como en la pintura mural, o en bandas o columnas, como en los códices. En cada unidad hay un elemento central que marca el ritmo (Guzmán, 1932, pp. 3, 10). Los tres murales que O’Gorman hizo en el Centro SCOP están compuestos por bandas verticales conformadas por cinco unidades completas en sí mismas; sin conexión lógica aparente. Si se despliegan los murales se puede apreciar que O’Gorman los compuso con la misma simetría y ritmo.
La “estilización” es el segundo carácter; esto es cuando se dibuja una figura mediante trazos geométricos simples. Sólo se utilizan los suficientes para que el objeto representado sea identificado y no se confunda con otro (Guzmán, 1932, p. 25). O’Gorman esbozó con trazos simples y geométricos cada uno de los elementos que conforman sus murales del Centro SCOP –un principio bastante apropiado puesto que la técnica del mosaico y la escala monumental no habrían permitido detalles muy minuciosos.
El tercer carácter es el “decorativo u ornamental”. Según Guzmán, en el arte prehispánico se decoraba abundantemente todo el espacio disponible, pues no les agradaban las superficies lisas. O’Gorman creía que en la complejidad y riqueza de la decoración y en lo rico y profuso de la forma y el color se hallaba el gusto popular de los mexicanos, características del arte mestizo, y, por consiguiente, del auténtico arte mexicano (O’Gorman, 1983, p. 185). Por esta razón los murales del Centro SCOP están llenos de figuras.
O’Gorman también atendió un principio que Guzmán atribuía a lo “decorativo”: la ausencia de paisaje y profundidad. Los personajes siempre se representan de perfil o de frente, nunca miran directamente al espectador, y caminan hacia la derecha o hacia la izquierda. Las figuras son trazadas a partir de contornos negros o blancos, empleando colores planos y fuertes. Las escenas están separadas por franjas o cenefas que por lo general son serpientes entrelazadas.
Imagen:En el mural principal de Teopancazco, encontrado a finales del siglo XIX por Leopoldo Batres, se ve a los sacerdotes del océano llevando a cabo rituales relacionados con el ciclo agrícola. Este centro de barrio en Teotihuacan se vinculaba económica y simbólicamente con el océano y estaba dedicado a la confección especializada de trajes, elementos que se observan en esta pintura. Dibujo: Adela Breton; Reprografía: Marco A. Pacheco / Raíces.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente: Ortega Hernández, Zyanya, “El arte prehispánico en los murales del Centro SCOP de Juan O’gorman”, Arqueología Mexicana, Edición especial, núm. 105, pp. 76-79.