El último presagio y la caída de México-Tenochtitlan
En los días previos a la caída de Tenochtitlan ocurrieron una serie de eventos fortuitos que fueron interpretados de maneras diferentes por ambos bandos combatientes durante el asedio final al último reducto defensivo que mantenía Cuauhtémoc en el barrio de Amáxac.
El primero es concerniente a la fallida construcción de una catapulta que se había colocado encima de una estructura piramidal (momoztli) para asestar un ataque final a los mexicas. Un soldado de apellido Sotelo, original de Sevilla, alardeaba sobre su experiencia en diversas guerras europeas y convenció a Hernán Cortés para que armaran una enorme catapulta o trabuco que lanzaría incesantes rocas al puesto en que se guarecía Cuauhtémoc. Sin embargo, el artefacto no surtió efecto y como señala Bernal Díaz:
…y ya que estaba hecho y armado el trabuco según y de la manera que el soldado dio la orden, y dijo que estaba bueno para tirar, y pusieron en la onda que estaba hecha una piedra hechiza, y lo que con ella se hizo es que fue por alto y no paso adelante del trabuco, porque allí luego cayó adonde estaba armado, y después que aquello vio Cortés, hubo enojo con el soldado que le dio la orden para que le hiciese, y tenía pesar en sí mismo porque le creyó… (Díaz del Castillo, 2015, p. 366).
Manuel A. Hermann Lejarazu. Doctor en estudios mesoamericanos por la UNAM. Investigador en el CIESAS-D.F. Se especializa en el análisis de códices y documentos de la Mixteca, así como en historia prehispánica y colonial de la región. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Hermann Lejarazu, Manuel A., “El último presagio y la caída de México-Tenochtitlan”, Arqueología Mexicana, núm. 168, pp. 80-81.