México morada de colibríes: una vista al Códice Florentino

Por: María Olvido Moreno Guzmán

En el contexto de la imposición del poder colonial y su religión cristiana, el Imperial Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco fue durante 60 años el espacio más importante para la educación de los indígenas –principalmente nobles. Esta institución de altos estudios (nivel universitario) se fundó en 1536 bajo el auspicio de Carlos V. Ahí se impartían cátedras y entre las asignaturas figuraban gramática, lógica, retórica, geografía, historia, literatura y medicina.

En este lugar, dentro de un “ambiente académico”, hacia 1577 se concluyó el Códice Florentino, fuente documental de 12 libros que se aprecia como compendio de la información más confiable sobre múltiples aspectos de los mexicas y su cultura, del imperio mexica y del episodio de la historia de México que se conoce como la conquista.

Se considera que esta magna obra, que fray Bernardino de Sahagún (España, 1499-Nueva España, 1590) conformó en coordinación con sus informantes y colaboradores, tiene un alcance enciclopédico desarrollado entre dos esferas culturales: la española (con modelos del mundo clásico y medieval) y la indígena (con una población ya cristianizada y en buena medida aculturada, pues para esta fecha había pasado más de medio siglo de consumada la conquista de México). El “Libro Undécimo que es bosque, jardín, vergel de la lengua mexicana” está dedicado a temas de la historia natural del mundo nahua y presenta especies de animales, plantas y minerales.

En el Códice Florentino Sahagún identifica 125 tipos de aves que habitan el área central de México. El orden en que se presentan los diez párrafos que conforman el segundo capítulo del libro XI, dedicado a las aves, es interesante. En primer lugar se privilegian las aves de “pluma rica”; en el segundo párrafo se presentan los papagayos y zinzones (colibríes); en el tercero se habla de las aves que viven en el agua; las aves de rapiña se encuentran en el cuarto; en el quinto se describen otras aves de diversas maneras; le siguen las codornices; tordos, grajas, urracas y palomas aparecen en el séptimo párrafo; después están los pájaros que cantan bien; los gallos y gallinas de la tierra aparecen en el párrafo número nueve; y al final se lee lo relacionado con la anatomía de las aves (sus partes interiores y exteriores).

El franciscano menciona que, de los 125 tipos de aves, alrededor de 20 eran fuente de la materia prima para los amantecah, especialistas en el arte plumario. La selección que Sahagún hace para los párrafos iniciales nos resulta de especial interés. En el primero se encuentran las descripciones de las “aves de pluma rica” y el resplandeciente quetzal (Pharomachrus mocinno) abre el desfile ornitológico.

En la portada del artículo vemos una representación de colibrí en estado de torpor. Códice Florentino, lib. XI, f. 24r. Foto: BNAH

Tomado de: María Olvido Moreno Guzmán (2025) Colibríes en México, Arqueología mexicana, edición especial 120, pp. 18-27.