Cacaxtla, otro centro del Epiclásico (650 y 900 d. C.), enclavado en una colina, fue contemporáneo de Xochicalco, Morelos y tal vez su competidor. Desde que fuera investigado en la década de los setenta del siglo pasado por Diana López de Molina y Daniel Molina, el sitio ha provocado tanto admiración como especulación a causas de sus murales policromados. El estilo de estos es ecléctico, con motivos copiados de sitios del Clásico Tardío tan distantes como Xochicalco, en Morelos. Tajín, en Veracruz, y sitios mayas como Piedras Negras, Yaxchilán, Bonampak, Aguateca y Dos Pilas. La cerámica de Cacaxtla también es ecléctica y evidencia vínculos con Cholula, Teotihuacan y Oaxaca en el altiplano, y con Tajín en la costa del Golfo.
Aunque, aparentemente, Cacaxtla carece de las espectaculares murallas, y fosos de Xochicalco, sus murales ostentan temas militares: batallas sangrientas y toma de cautivos. Los guerreros, que portan pieles de jaguar en los murales tienen nombres calendáricos como 3 Venado y 9 Ojo de Reptil. Este arte militarista vincula a Cacaxtla con zonas arqueológicas contemporáneas como Bonampak, Tajín y Xochicalco. Los murales y las esculturas refuerzan nuestra impresión de que un rasgo preponderante del periodo comprendido entre 650 y 900 d. C. estuvo constituido por los pequeños reinos que constantemente combatían con sus rivales y recibían ostentosos regalos de sus aliados.
Tomado de Joyce Marcus, “Tiempo mesoamericano VI. Clásico Tardío (600-900 d.C.)”, Arqueología Mexicana núm. 48, pp. 20-29