En muchos sentidos, el esplendor cultural que tanto asombró a los españoles a su llegada a la Cuenca de México era producto de un desarrollo milenario. Para entonces los mexicas eran el grupo dominante pero mucho de sus prácticas culturales, de su modo de ver el mundo, eran de algún modo herencia de quienes les antecedieron. Es posible que el uso de códices fuera una de esas prácticas heredadas. Las crónicas de quienes tuvieron contacto con los mexicas dan cuenta de una sociedad compleja y dan noticia del uso extendido de libros para distintos fines. Los ejemplares prehispánicos y los realizados en las primeras épocas coloniales pero con criterios esencialmente prehispánicos –tanto en los modos de representación, como en el manejo de la información– abarcan de hecho distintos tópicos. El Códice Borbónico y el Tonalámatl de Aubin presentan un contenido calendárico ritual (como en los casos de los códices del Grupo Borgia y los mayas), la Tira de la Peregrinación es de carácter histórico (al igual que los códices mixtecos) y la Matrícula de Tributos y la sección correspondiente del Códice Mendoza tienen contenido económico (un tema para el que son el único ejemplo del periodo prehispánico y colonial temprano). Esta diversidad de temáticas es indicativa por si misma de la importancia de estos libros y de la distintas utilidades que se les atribuían. Estos y otros documentos ahora desaparecidos fueron fundamentales para los primeros estudiosos de la sociedad mexica, como fray Bernardino de Sahagún y fray Diego Durán, y lo siguen siendo para los investigadores contemporáneos.
Tomado de Arqueología Mexicana, Edición especial núm. 31, Códices prehispánicos y coloniales tempranos. Catálogo, pp. 46 - 47.