Luz Evelia Campaña Valenzuela
Los trabajos arqueológicos realizados en Becán desde 1969 han contribuido a construir la historia y mostrar la imagen monumental de la ciudad más importante en la región Río Bec. Esa historia, sin embargo, se reinterpreta a medida que avanzan las investigaciones en el área central y sus inmediaciones.
El sitio arqueológico de Becán ha sido explorado por cuatro grupos de especialistas en el transcurso de los últimos 37 años. Su trabajo ha dejado al descubierto la imagen monumental del centro de la ciudad y ha proporcionado información sobre la extensión del asentamiento, la secuencia constructiva de los edificios y la vinculación con otras entidades políticas desde épocas tempranas. Sin embargo, en el medio académico prevalece la aceptación de un modelo de interpretación elaborado hace cuatro décadas, a partir de la escasa información recuperada mediante exploraciones parciales y de la presencia del foso que circunda el área nuclear.
Con base en los resultados de los proyectos de investigación más recientes, hoy es posible cuestionar varios aspectos de esa propuesta de desarrollo histórico, como la configuración del asentamiento, el intervalo sin construcciones en el Clásico Temprano o la ausencia de edificaciones mayores después de 800 d.C., entre otros.
El Asentamiento
Los miembros de la Tercera Expedición a Campeche de la Institución Carnegie de Washington acamparon en Becán a principios de 1934 y en dos semanas realizaron un levantamiento planimétrico del recinto monumental, que abarca 27 ha. La existencia del foso determinó su nombre: Becán, que en maya yucateco significa "barranca formada por agua", bajo el supuesto de que la zanja era una aguada artificial que conformaba, a su vez, una auténtica fortaleza.
En 1972, P.M. Thomas emprendió el análisis del patrón de asentamiento de la zona comprendida entre Xpuhil y Chicanná. Los mapas editados en 1981 muestran pocas aportaciones al plano anterior, pero incluyen otros conjuntos en el área circundante. No obstante, ante la extensión de la cobertura regional se dio prioridad al levantamiento planimétrico de estructuras sin ahondar en la disposición particular del terreno.
El mapa de K. Ruppert (1943) o la versión modificada por D.L. Webster (1976) fueron la base canográfica de los proyectos arqueológicos efectuados en el centro de Becán hasta 1999, cuando se realizó un levantamiento topográfico detallado previo a la excavación. El levantamiento abarcó una delimitación de 72 ha, propuesta por la Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicos del INAH en 1991, y formalizada por decreto presidencial en 2000. Se realizó trabajo de campo durante tres meses en los que se estableció una red de 483 estaciones, se hizo la lectura de 18 500 puntos y la captura y procesamiento digital de la información, para la edición final del plano topográfico.
Mediante el análisis preliminar ele la configuración en relieve de la ciudad se ha establecido, con precisión, el patrón de distribución de los monumentos arqueológicos, el cual indica un gran conocimiento y aprovechamiento por parte de los mayas de la configuración natural del terreno circundante. Esto también ha permitido ubicar los grupos arquitectónicos, los elementos -estelas, altares, chultunes- asociados a ellos, las albarradas y los caminos prehispánicos, apenas perceptibles o deformados en los levantamientos anteriores. El nuevo mapa corrige errores de orientación, representación u omisión de las estructuras, muestra los ejes rectores de la traza urbana y registra las calza das que comunican la aguada Carmelita y los conjuntos mayores con el recinto monumental a través de los accesos 1, 4. 5 y 6.
Ahora es posible apreciar la interacción de la topografía del área periférica con la del foso seco., lo cual permite deducir la función primordial de este elemento para garantizar la conducción y drenaje del agua superficial, en una singular solución para el funcionamiento de un sistema de asentamiento en tierras bajas. Manejando el relieve en computadora y minimizando el canal mediante la equidistancia entre curvas de nivel se observa cómo la cota de inundación invade el área central. Webster (1976, p. 92) señaló alguna vez que la construcción de una obra tan grande en Becán podría haberse planeado para drenar el terreno circundante, pero descartó la idea porque “el foso no habría alterado seriamente los niveles de agua de los bajos cercanos ni acumulado agua potable junto al sitio”. Sin embargo, la pendiente de norte a sur es suficiente para dirigir el agua hacia el depósito artificial desde donde, más que acumularse, se drenaría al subsuelo, una razón que explicaría la construcción de una obra mayor que se considera inconclusa.
El trabajo de prospección asociado al levantamiento topográfico proporcionó valiosa información sobre la ubicación y el estado de conservación de los elementos arqueológicos existentes, así como de aquellos que han desaparecido por la práctica de actividades agrícolas o ganaderas. Entre otras cosas, en el reconocimiento del perímetro del recinto se registró un relieve superficial discontinuo, heterogéneo y con extensas secciones donde se aprecian muros de casas prehispánicas, con vista al interior, que difícilmente pueden ser identificados como "parapetos” o murallas.
El estudio fisiográfico a partir de este nuevo levantamiento y los resultados de recientes trabajos en los límites del grupo principal obligan a revisar el modelo militarista aceptado durante las últimas décadas, bajo el supuesto de que la acequia de Becán es una de las primeras obras defensivas construidas por los mayas.
Luz Evelia Campana Valenzuela. Arqueóloga y arquitecta. Subdirectora de Proyectos Especiales en la Secretaría Técnica del INAH. Desde 1999 coordina el Proyecto Arqueológico Becán.
Campana Valenzuela, Luz Evelia, “Contribuciones a la historia de Becán”, Arqueología Mexicana 75, pp. 48-53.
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