La Relación de las cosas de Yucatán, del misionero franciscano fray Diego de Landa, es una obra imprescindible para el estudio de los mayas yucatecos en el siglo XVI . El texto se considera una fuente primordial no sólo porque registra detalladas descripciones sobre los rituales y ceremonias de los mayas sino porque también constituye una magnífica introducción al calendario, la cuenta de los años y la escritura jeroglífica que el propio Landa conoció en muchos códices antes de destruirlos.
En los primeros capítulos, el religioso trata en general sobre las expediciones españolas que llevaron al descubrimiento de la península de Yucatán y relata el panorama histórico de los pobladores mayas antes de la Conquista, pero es de llamar la atención el espacio que Landa dedica a las “Profecías de la llegada de los españoles” antes de hablar sobre la vida del conquistador Francisco de Montejo:
Que como la gente mexicana tuvo señales y profecías de la venida de los españoles y de la cesación de su mando y religión, también las tuvieron los de Yucatán algunos años antes que el adelantado Montejo los conquistase; y que en las sierras de Maní, que es en la provincia de Tutu Xiu, un indio llama Ah Cambal, de oficio Chilám, que es el que tiene a su cargo dar las respuestas del demonio, les dijo públicamente que pronto serían señoreados por gente extranjera, y que les predicarían un Dios y la virtud de un palo que en su lengua llaman Vamonché, que quiere decir palo enhiesto de gran virtud contra los demonios (Landa, 1982, p. 20).
Aunque en este pasaje Landa no explica claramente cuáles fueron las señales que avistaron los mayas antes de la Conquista, sí habla de un chilam o sacerdote maya que predijo la llegada de una nueva religión. Chilam significa “el que es boca” y es el término acuñado para los sacerdotes que interpretan los libros antiguos y comunican las profecías al pueblo en general (Libro de los libros de Chilam Balam , 1948, pp. 158-159). Los chilames tenían la función de escuchar e interpretar los mensajes de los dioses cuyos avisos no eran fáciles de comprender, por lo que el papel de estos sacerdotes era crucial para una sociedad donde el carácter cíclico de la historia y del calendario dependía de las predicciones y augurios que los sacerdotes podían transmitir.
Debido a que numerosas profecías de los chilames se encuentran registradas en diversos documentos coloniales, el nombre genérico de Chilam Balam comenzó a aplicarse a estos manuscritos que fueron elaborados en distintos pueblos de Yucatán durante todo el periodo virreinal. Por lo que en realidad los Chilam Balam son un grupo de libros que incluyen una variedad de textos de muy distinta índole entre los que se pueden mencionar relaciones y crónicas históricas de origen prehispánico; calendarios antiguos y comparaciones con santorales, cronografías europeas y repertorios; tablas de las series de katunes y las secciones de textos proféticos que de alguna manera dieron nombre al grupo. Entre algunos de los libros que han sobrevivido se encuentran el Chilam Balam de Tizimín, de Chumayel y de Ixil (Caso Barrera, 2011, p. 11).
En el Chilam Balam de Chumayel se incluye una sección conocida como Libro de las profecías, en la que aparentemente se recopilaron los vaticinios de cinco chilames que predijeron la llegada del cristianismo y de una serie de calamidades que asolarían la vida de los mayas yucatecos. No obstante, de manera atinada, Mercedes de la Garza advierte que los textos son fundamentalmente profecías sobre el retorno de Kukulcán, pero que después de la Conquista se adaptaron para interpretarse como predicciones de la llegada de los españoles (Libro de Chilam Balam de Chumayel , 1985, p. 179).
De acuerdo al texto:
Estas palabras compuestas aquí son para ser dichas al oído de los que no tienen padre y de los que no tienen casa. Estas palabras deben ser escondidas, como se esconde la Joya de la Piedra Preciosa. Son las que dicen que vendrá a entrar el cristianismo a Tancáh de Mayapán y a Chichen Itzá, y será arrollado Suhuyuá, y será arrollado el Itzá. Despertará la tierra por el oriente, por el norte, por el poniente y por el sur. Venido de la boca de Dios es, y lo manifiestan cinco sacerdotes. Sacerdotes Adoradores, llegados a la presencia de Dios. Ellos profetizaron la carga de la amargura para cuando venga a entrar el cristianismo. He aquí sus nombres escritos: Chilam Balam, Gran Sacerdote. Napuc-tun, Gran Sacerdote. Nahau-Pech, Gran Sacerdote. Ah Kuil-Chel, Gran Sacerdote. Natzin-yabun-chan, Gran sacerdote. Estos hombres de Dios, doblando su espalda sobre la tierra virgen, manifestaron la carga de las penas, en presencia de Dios Nuestro Padre, para cuando venga a entrar el cristianismo. Vómitos de sangre, pestes, sequías, años de langosta, viruelas, la carga de la miseria, el pleito del diablo. En el cielo habrá círculos blancos y arderá la tierra, dentro del Tres Ahau Katún y el Uno Ahau Katún y los tres katunes malos. Así fue escrito por el profeta y evangelista Balam, lo que vino de la boca del Señor del cielo y de la tierra (Libro de Chilam Balam de Chumayel, 1985, p. 181).
Es posible percibir que parte del sistema de creencias de los mayas se arraigaba a la concepción cíclica del tiempo, pues de manera muy clara Diego de Landa describe la alternancia de periodos de abundancia y calamidades en el siglo anterior a la Conquista:
Que estas gentes tuvieron 20 años de abundancia y de salud y se multiplicaron tanto que toda la tierra parecía un pueblo…Que después de esta felicidad, una noche, por invierno, vino un aire como a las seis de la tarde y fue creciendo, y haciéndose huracán de cuatro vientos, y que este aire derribó todos los árboles crecidos, lo cual hizo gran matanza en todo género de caza…Que quienes escaparon se animaron a edificar y cultivar la tierra y se multiplicaron mucho viniéndoles 16 años de salud y buenos temporales… (Landa, 1982, pp. 19-20).
No es casualidad que estos periodos intercalados de abundancia y calamidades hayan tenido particular énfasis en la historia maya desde el Posclásico hasta la época colonial pues están vinculados con las predicciones de la rueda de los katunes. Los katunes es una cuenta calendárica que abarca periodos de 20 años ordenados por el signo de los días ahau, día en el que terminaban dichos lapsos. Los katunes se agrupaban en un gran ciclo de 13 periodos de 20 años cada uno, lo que da un total de 260 años o también denominado “rueda de los katunes”.
Con la cuenta de estos ciclos se registraban acontecimientos importantes en la historia de los mayas peninsulares, como la llegada de los españoles o la muerte de fray Diego de Landa, pero además de este carácter histórico, la rueda de los katunes tenía una enorme influencia como herramienta profética, de ahí entonces las predicciones cíclicas que normaban la vida cotidiana de los mayas. Finalmente, para contrastar otro tipo de fuentes, tenemos la crónica de Chac- Xulub-Chen, escrita por el cacique Ah Nakuk Pech quizá a mediados del siglo xvi, quien niega que los antiguos sabios hayan tenido conocimiento sobre la llegada de los conquistadores: “En el pasado, los ancianos no tuvieron señal de que vendrían los españoles aquí, a la tierra y la ciudad de Chac Xulub Chen no estaba fortificada…” (Crónicas de la conquista, 1993, p. 175).
Manuel A. Hermann Lejarazu. Doctor en estudios mesoamericanos por la unam. Investigador en el Ciesas-D.F. Se especializa en el análisis de códices y documentos de la Mixteca, así como en historia prehispánica y colonial de la región. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Hermann Lejarazu, Manuel A., “Profecías de la llegada de los españoles”, Arqueología Mexicana, núm. 157, pp. 84-85.
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