Collares
“Los objetos que con más profusión encontramos en la tumba, fueron cuentas para ensartar en hilos y formar con ellas collares, pulseras o ajorcas, pues de estas diferentes maneras se usaban, como lo demuestran los códices y las esculturas. También encontramos muchos cascabeles de oro, que formaban siempre la orla de estos adornos y que son muy semejantes a los que hemos visto en los anillos y en otras joyas que ya hemos descrito. Todos los collares fueron formados por nosotros ensartando nuevamente las cuentas; entre la tierra, lo que algunas veces nos indicó que alternaban diversos materiales, como perlas y jades, o bien oro y cristal de roca o turquesas.
Hilos con cuentas de oro (265-III). Lo formamos tomando dos barritas de oro, ligeramente curvas, cada una con once perforaciones, por lo que el collar al que pertenecían tenían necesariamente once hilos. En éste como en los otros collares, los objetos que los forman fueron encontrados juntos. Las cuentas esféricas y las de forma ovoide, de la misma clase que las que están en el hilo 263V, son todas ellas vaciadas, pues con un alfiler pueden desprenderse, de su interior, residuos del carbón con el que se hizo el núcleo. Hilos con cuentas de oro. 265-III. Peso: 308.5 gr.
Collares de conchas de tortuga (núms. 19, 21, 22, 23 y 25, 27 y 145-II más 105-I; pequeñas 57 y 60). Son dos collares formados por conchas de tortuga, imitadas en oro y de las que cuelgan cascabeles. Los carapachos de tortugas, que se encuentran en el collar de mayor tamaño, pertenecen a una tortuga palustre del género Cinosternum y probablemente de la especie Hirtipes. Collares de conchas de tortuga. Núms. 19, 21, 22, 23 y 25, 27 y 145-II más 105-I; pequeñas 57 y 60. Pesos: 1º. 78.8 gr. más 57.2 gr. ; 2o. 37.8 gramos”.
Caso, Alfonso, “Collares”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 41, p. 64-70.