Colibrí modelo del arte mesoamericano

Por: María Olvido Moreno Guzmán

Desde fechas remotas, los colibríes están presentes en el arte y el pensamiento mesoamericanos. Chupaflor, chupamirto, picaflor, chuparrosa, chupamiel, ermitaño, zumbador, tentenelaire y pájaro mosquito, entre otros, son los términos con los que denominamos a los colibríes.  En algunas lenguas originarias de México esta ave recibe los nombres de: huitzilin (náhuatl), tzintzuni (purépecha), ts’unu’um (maya), niyo’o (mixteco), terhoyej (zapoteco) y tzunúm (huasteco).  

Contamos con representaciones de colibríes en escultura en cerámica y piedra, pintura mural, códices, textiles y fojas vegetales. Del conjunto funerario de la Tumba I de Zaachila (Oaxaca) destaca una magnífica pieza cerámica decorada con policromía; sobre el borde se posa un colibrí azul y pareciera que bebe el líquido que contiene la copa. 

En La Ventilla, Teotihuacan, destaca una serie de 42 motivos pintados en color rojo sobre el piso de la Plaza de los Glifos. De la misma gran ciudad prehispánica, del barrio de Teopancazco, procede un vaso policromo (trípode) con la representación de un colibrí que se posa sobre otro animal. 

De las culturas del antiguo occidente (Colima, Nayarit, Jalisco) destaca el estilo Comala (100 a 500 d.C.), las ollas en forma de calabaza son representativas de esta tradición y se puede notar que en una vasija trípode del Museo Nacional de Antropología los tres soportes se modelaron con forma de colibrí.  

Tomado de: María Olvido Moreno Guzmán (2025) Colibrí modelo del arte mesoamericano, en: Arqueología Mexicana, edición especial 120, pp. 10-15. 

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