En ningún códice, manuscrito náhuatl, crónica española o monumento conmemorativo ha quedado registro del año de nacimiento de Cuauhtémoc. Solo se tienen algunas estimaciones subjetivas sobre la edad que aparentaba al momento del contacto con las fuerzas hispanas; así, Hernando Cortés afirma que “era mancebo de diez y ocho años”, en tanto que fray Francisco de Aguilar sigue al capitán en esa misma apreciación; por su parte, Bernal Díaz del Castillo dice que “era de obra de veinte y cinco o veinte y seis años”. Tampoco es claro si los soldados cronistas calculan la edad para 1519, cuando llegaron a Tenochtitlan, o para 1521, cuando el joven mandatario fue capturado, e incluso es posible que Bernal se refiera al momento de su ejecución en 1525.
Las fuentes nahuas aportan escasas y contradictorias referencias sobre este asunto, pues si bien los Anales de Tlatelolco señalan que en el año 10 ácatl (1515) Cuauhtémoc fue designado para gobernar esa ciudad, este dato es poco consistente con el resto de las fuentes. Por su parte los Anales de la conquista de Tlatelolco en 1473 y en 1521 afirman que en el año 1 ácatl (1519): omotlatocatlalli in xocoyotl Quauhtemotzin tlacatecatl in nican Tlatilolco, ‘se asentó en el mando el joven tlacatécatl Cuauhtémoc aquí en Tlatelolco’. Esta última referencia es más sólida y coherente con el resto de la información disponible.
De esta manera, para el nacimiento de Cuauhtémoc se han manejado fechas que van de 1496 a 1503, pero a juzgar por la juventud que los testigos le reconocen y pensando en la experiencia militar y administrativa, forzosamente corta pero indispensable, para ser designado como un dignatario importante en la ciudad gemela de Tenochtitlan, no es desencaminado pensar que los años más probables para su nacimiento sean el 5 calli (1497), el 6 tochtli (1498) o el 7 ácatl (1499); de esta manera tendría entre 20 y 22 años cuando en el año 1 ácatl (1519) era tlacatécatl en Tlatelolco, casi al mismo tiempo en que la huestes de Cortés desembarcaban en las costas del Golfo de México, de tal forma que tendría entre 26 y 28 años al momento de su muerte.
Si acaso es correcto que Cuauhtémoc vino al mundo en el año 7 ácatl (1499), su nacimiento coincidió con el momento de mayor poder político de su padre el tlahtoani Ahuítzotl, con el brillo de los triunfos militares acumulados y las riquezas materiales concentradas en la capital mexica. Pero también coincidiría con un acontecimiento catastrófico provocado para la imprudencia paterna al empecinarse en llevar el agua de los manantiales Acuecuéxatl, Xuchcaatl y Tlílatl a Tenochtitlan sin atender las graves advertencias de sus consejeros y aliados, lo que a la postre provocó una gran inundación que causó el abandono parcial de la capital mexica. Se cuenta que una corriente de agua arrastró al mandatario y le causó un severo golpe en la cabeza, mismo que le provocó problemas de salud hasta el fin de sus días (fig. 1). Fue necesaria la intervención de las ciudades aliadas encabezadas por Nezahualpilli, gobernante de Tetzcoco, para poner fin a la crisis. Así, el nacimiento de esta nueva “pluma rica y piedra preciosa”, estaría enmarcado tanto por la exaltación de la figura del huey tlahtoani mexica como por los perjuicios que un poder político exacerbado y sin contrapesos podía acarrear a toda la población. Luces y sombras de las acciones paternas que son las propias de una forma de gobierno y de las cuales en su momento el bebé Cuauhtémoc no tendría conciencia alguna, pero que, naturalmente, más adelante conoció y sopesó.
A Cuauhtémoc la alcurnia también le venía del lado materno. Efectivamente, su madre Tiyacapantzin era hija de Moquíhuix, último gobernante independiente de Tlatelolco y nieta de Nezahualcóyotl, el célebre mandatario de Tetzcoco. De esta forma Tiyacapantzin era una auténtica cihuapilli, mujer de alto rango y rancio linaje de afamados gobernantes de la Cuenca de México, aunque casi nada más se sabe de ella. De esta manera en Cuauhtémoc se reunían los principales linajes mexicas de las ciudades hermanas Tenochtitlan y Tlatelolco.
Miguel Pastrana Flores. Doctor en historia por la UNAM. Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma universidad. Sus intereses académicos giran en torno a la historia, la cultura y la historiografía de tradición mesoamericana.
Tomado de Miguel Pastrana Flores, “Tiempos de grandeza e incertidumbre. La vida de Cuauhtémoc hasta la muerte de Cuitláhuac”, Arqueología Mexicana, núm. 193, pp. 26-43.