18. Xochipilli. Tlalmanalco, Estado de México

Enrique Vela

Se trata de uno de los grandes ejemplos de la escultórica prehispánica; procedente de la región de Chalco, es notable por su calidad técnica y su simbolismo. Es una representación de Xochipilli, “el señor de las flores”, dios relacionado con la música, el canto, la danza, el juego y el placer sexual. También se le asociaba con la fertilidad y la renovación de la vida y es en este aspecto que se le representa en esta estatua. Los motivos que adornan el asiento sobre el que descansa el dios –como las grandes flores que surgen de la tierra, las mariposas y los símbolos solares– indican que éste transita del inframundo al ámbito terrestre.

La estatua transmite el mismo sentido: Xochipilli es un ser que viene del inframundo al plano terrestre. Entre los atavíos que porta el dios se encuentran adornos hechos con la piel del cipactli, animal con el que los dioses formaron la tierra; en el tocado se ven elementos que lo relacionan con el Sol. Una interpretación muy popular durante un buen tiempo suponía que las representaciones sobre el cuerpo del dios eran de plantas alucinógenas y que éste se encontraba en trance; ahora sabemos que representan flores de diferentes clases y con significados relativos a la fertilidad y la vida.

 

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Vela, Enrique, “18. Xochipilli. Tlalmanalco, Estado de México”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 96, pp. 46-47.