Atuendos del México Antiguo

Patricia Rieff Anawalt

Atuendos del México Antiguo. Semejanzas y diferencias

La indumentaria –los peinados, las ropas, las joyas, los tatuajes, las pinturas, los adornos e incluso las armas– resulta una fuente de información sobre las sociedades prehispánicas de innegable importancia. Como en otras épocas, los atuendos rebasaban su condición original de abrigo y se convertían en elementos distintivos: cada quien podía y debía portar la vestimenta que señalaba su condición social. Por ello ahora, al acercarnos a las múltiples y variadas evidencias sobre indumentaria prehispánica, contamos con los elementos para distinguir a dioses y mortales, gobernantes y gobernados, sacerdotes y fieles, guerreros y cautivos. Parte de ese rico universo sobrevive entre los actuales grupos étnicos, quienes aún conservan maneras de elaborar su indumentaria, y de expresar ideas en ella, enraizadas profundamente en la época prehispánica.

Los atuendos del México Antiguo reflejan la tecnología con que fueron producidos. El ancho de la tela tejida en el remoto, muy difundido y aún existente, telar de cintura, no puede ser mayor que el de los brazos del tejedor. Sin embargo, a pesar de ser relativamente angostos, los textiles de estos telares tienen las cuatro orillas o bordes perfectamente terminados. Sin necesidad de otro proceso, la tela tejida podía usarse, tal cual, como taparrabo o enredo. Las prendas sueltas más anchas se obtenían al unir dos o más lienzos terminados.

En la antigua Mesoamérica, las plantas proveyeron las fibras para la elaboración de todas las telas. La mayor parte de la población vistió prendas hechas con fibras toscas y duras, que a veces eran obtenidas de ortigas, pero casi siempre eran producto de plantas de hojas largas como la yuca, la palma y, sobre todo, el maguey, que provee el ixtle común. Todas estas fibras debían someterse a un complejo procesamiento antes de usarse. El algodón, en cambio, era más fácil de preparar y fue la fibra usada para denotar estatus en Mesoamérica. Se utilizó el algodón blanco (Gossypium hirsutum L.) y el pardo, coyuchi o coyoichcatl (color de coyote, en náhuatl).

 

Patricia Rieff Anawalt (1924-2015). Doctora en antropología por la UCLA. Directora del Centro de Estudios del Atuendo Regional del Museo Fowler de Historia Cultural, Universidad de California, Los Angeles.

Rieff Anawalt, Patricia, “Atuendos del México Antiguo. Semejanzas y diferencias”, Arqueología Mexicana, núm. 17, pp. 4-16.

Imágenes: De izquierda a derecha: Mujer vistiendo quechquémitl. Códice Vaticano A, f. 61r. Reprografía: Patricia Reiff; Quechquémitl otomí. San Pablito, Puebla. Museo Nacional de Antropología. Foto: Marco Antonio Pacheco / Raíces; Mujer nahua. Luce quechquémitl, entre otras prendas. Sierra Norte de Puebla. Foto: Graciela Iturbide; Chicomecóatl; Sala Mexica, Museo Nacional de Antropología. Foto: Marco Antonio Pacheco / Raíces.

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Indumentaria prehispánica