Nelly M. Robles García
El “Proyecto Arqueológico del Conjunto Monumental de Atzompa” comenzó en 2007 como un modelo de gestión entre el inah y la comunidad de Santa María Atzompa, Oaxaca, para la salvaguarda del sitio arqueológico. Esto ha permitido la exploración y apertura pública del sitio, así como la corresponsabilidad en el manejo de sus recursos culturales y naturales.
El sitio de Atzompa se encuentra en el extremo norte de la cordillera baja que se forma en el centro del valle de Oaxaca, y que fue utilizada por los zapotecos para el emplazamiento de Monte Albán, su ciudad capital. El sector Atzompa se fundó unos mil años después que el centro ceremonial o Plaza Principal de Monte Albán; ambos conjuntos urbanos compartieron el proceso de abandono alrededor de 850 d.C.
Mediante la investigación arqueológica sistemática, Atzompa nos ha revelado una serie de aspectos formales de su desarrollo urbano, su arquitectura y sus contextos arqueológicos, lo que nos ayuda a interpretar el papel que desempeñó como componente de la gran ciudad de Monte Albán.
Los antecedentes de investigación arqueológica de Atzompa nos remiten al gran proyecto del Dr. Alfonso Caso, quien en 1937 envió a Jorge R. Acosta a realizar pozos en búsqueda de las tumbas en los patios de las residencias principales, a las que denominó Casa de Oriente y Casa de los Altares. Acosta no localizó tumbas; sin embargo, documentó magníficos materiales de cerámica gris, como vasos-efigie, platos y otras cerámicas domésticas que permitieron una aproximación a las fechas en que se construyeron esos palacios. En la Casa de Oriente excavó dos almenas completas, lo que demostró la importancia otorgada a la ornamentación arquitectónica en las residencias palaciegas de la elite. Además, Acosta nos legó las primeras noticias relevantes de este gran conjunto monumental.
En 1970, como parte de los proyectos de ecología cultural planteados por Kent V. Flannery, Richard R. Blanton realizó el extraordinario mapa arqueológico de Monte Albán, basado en recorridos arqueológicos. En éste incluyó todos los conjuntos que componen la gran ciudad. Su contribución constituye el plano más completo de la ciudad prehispánica de Monte Albán, el cual incluyó a Atzompa, su zona monumental y las diversas terrazas que la rodean (Blanton, 1978). Steve Kowalewski efectuó los intensos recorridos de superficie para determinar, además de las dimensiones de Atzompa, su temporalidad y niveles de ocupación (Kowalewski, 1976).
En términos generales, se ha ubicado la ocupación de Atzompa en las épocas Monte Albán IIIB y IV (650-900 d.C.). Mediante el análisis de sus materiales cerámicos y fechamientos de carbono 14, con el apoyo de los laboratorios de la Universidad de Harvard esperamos afinar en breve esta cronología. Sin embargo, en áreas de la periferia se han realizado hallazgos de épocas anteriores, que aunque no constituyen elementos del núcleo formal del conjunto, sí fueron parte del desarrollo disperso que tuvieron las áreas periféricas de Monte Albán en épocas más tempranas. Aparentemente, su ocupación cesó al mismo tiempo que en Monte Albán. Hasta el momento, en el conjunto monumental no se tienen evidencias de ocupación tardía, las que aparecen en cambio en algunas de las terrazas que rodean la zona monumental.
En la topografía del conjunto monumental de Atzompa se percibe claramente la distribución en plazas que aprovechaban los desniveles naturales del terreno. Es decir, Atzompa no muestra los enormes esfuerzos, tan evidentes en Monte Albán, por nivelar grandes extensiones; al contrario, muestra cierta humildad ante las formas naturales, las que aprovecha como apoyos para sus construcciones.
Desde la terraza que se encuentra frente al Edificio 8 se tiene una imagen monumental de la antigua ciudad de Monte Albán y se aprecian la Plaza Principal, el conjunto El Cerro del Gallo, El Plumaje, El Mogollito, el Cerro de la Cruz, el Monte Albán Chico y los tres picos que conforman el paraje El Paragüito, en Xoxocotlán. Esa terraza constituye un punto de contacto visual permanente entre Monte Albán y Atzompa, lo cual confirma la interrelación del conjunto con el centro ceremonial, referente de los asentamientos de la época en el valle de Oaxaca y más allá.
La ubicación de Atzompa muestra, por un lado, la preocupación de las elites zapotecas por vigilar y controlar el paso de personas que llegaban desde las tierras altas de la región Mixteca, en la que se desarrolló una extraordinaria cultura representada por gran cantidad de comunidades prehispánicas de todas las épocas. Por otro lado, muestra la solución de los zapotecos al crecimiento de su población y a la necesidad de repartir espacios de poder entre las elites dominantes.
Desarrollo del sitio
De acuerdo con Feinman (2013), la época en la que Atzompa alcanzó su mayor esplendor –y posteriormente su rápido decaimiento y abandono– se caracteriza por ser de un dinámico crecimiento poblacional y de especialización artesanal en el valle de Oaxaca. Algunos sitios contemporáneos de Atzompa así lo demuestran, como Ejutla en el Valle Grande, productor de ornamentos de concha, y El Palmillo, sitio en el límite del valle de Tlacolula, que se especializó en la manufactura de objetos utilitarios asociados a las fibras del maguey y palmillo (Feinman, 2013). En Atzompa hay evidencias claras de la especialización en la producción de cerámica, como las ollas de gran formato y las urnas funerarias.
La presencia dominante de las residencias conocidas como Casa de Oriente y Casa de los Altares, en los polos del área nuclear, confirman la convivencia de representantes de las elites, probablemente linajes dominantes que encontraron en este emplazamiento nuevo la solución ideal para la reproducción de su poder político.
En materia constructiva, en Atzompa se dieron prácticamente todos los sistemas de construcción de Monte Albán, probados por la larga experiencia de los constructores locales; en detalles como esquinas y tableros de los templos y palacios, la excelencia en el corte de la piedra y el cuidado en la colocación de aparejos es una constante.
En Atzompa el gremio constructor tomó de las canteras localizadas en la cima las piedras necesarias para sus construcciones; de hecho, no es raro encontrar en el arranque de los edificios enormes rocas naturales complementando la cimentación. Así, las materias primas que se emplearon para la construcción fueron fundamentalmente locales, y se encontraban fácilmente en el sitio: roca sedimentaria para los paramentos y roca caliza –muy abundante en el sitio– para las diversas mezclas con cal.
En los aparejos de los muros se utilizaron los mismos sistemas que en Monte Albán. En este sentido, llama la atención la presencia de una versión temprana del aparejo llamado “opus mixteco” por Caso, Marquina (1964) y Fahmel (1991). Este aparejo, que quedó ampliamente documentado en arquitecturas de la fase Monte Albán V, se presentó en Atzompa en una versión formal aunque menos acabada que en la fase V, lo que nos hace pensar que el opus mixteco es en realidad una expresión estética originada en épocas zapotecas, que llegó hasta la fase Monte Albán V y la Colonia en la arquitectura pública y doméstica.
Aun con los materiales a su disposición, la arquitectura de Atzompa denota cierta prisa en su elaboración. Si bien la estabilidad estructural de las grandes plataformas estaba garantizada por su núcleo trabajado en “cajones”, su masivo desplante y posteriores adecuaciones estructurales, un ejemplo es la plataforma del Edificio 4, Plaza A, es claro que hubo prisa en los tratamientos finales o acabados. De esta manera, se observa cierta falta de uniformidad en la aplicación y grosor de los estucos. Es notable también que, en ocasiones, grandes rocas en proceso de explotación fueron dejadas directamente en el lugar de la construcción, como el caso de la fachada sur del Edificio 1 y del Juego de Pelota I, en cuyo cabezal norte permaneció una enorme roca que seguramente estuvo siendo explotada para los trabajos de la última remodelación de la cancha. Este hecho evidentemente demuestra que el trabajo no se concluyó, y la cancha no volvió a utilizarse.
Un aspecto importante que debemos mencionar es el éxito que este proyecto ha tenido en los hallazgos concernientes a la elaboración de cerámica. Una de las premisas de la investigación fue que, al ser Atzompa un pueblo alfarero por cientos de años, seguramente su tradición habría iniciado en la época prehispánica, lo cual se reflejaría en las excavaciones de nuestro proyecto. Esta hipótesis se corroboró recientemente al encontrar en un contexto doméstico auxiliar o de servicios de la Casa de los Altares el horno 1. Se trata de un horno de cerámica de dimensiones similares a los de tradición etnográfica contemporánea en Atzompa. El contexto arqueológico mostró que el horno y el taller se dedicaron al menos en su última época a la elaboración de enormes ollas de cerámica gris, probablemente contenedores de agua, de las cuales se localizaron siete completas.
En cuanto al emplazamiento y función de Atzompa en relación con el urbanismo de Monte Albán, se han vertido varias opiniones con base en los recorridos de superficie. Mediante los trabajos de excavación del proyecto que aquí se reporta, podemos hablar de aspectos visibles relacionados con los aspectos urbanos del sitio.
Hoy en día sabemos que Atzompa no fue un asentamiento autónomo desligado de Monte Albán. Al contrario, la presencia de un número de accesos directos (senderos y caminos) entre uno y otro conjunto, por la ladera sur y por la margen del río Atoyac, indican una relación permanente y cotidiana.
Ubicación estratégica
Un aspecto que parece darle sentido a este asentamiento es su ubicación estratégica como punto de vigilancia entre la región del valle de Oaxaca, concretamente el sector del valle de Etla, y las montañas al norte, donde se desarrolló la cultura mixteca. Al ser el emplazamiento de mayor altura, es probable que los edificios 1 y 4, en la Plaza A, fueron utilizados para vigilar los movimientos hacia adentro y fuera del valle.
La presencia de terrazas abiertas con vista directa a Monte Albán y al conjunto del Cerro del Gallo muestran tanto la necesidad de comunicación constante como cierto orgullo por la permanente relación visual con el centro ceremonial de la ciudad, y con los demás conjuntos de la gran urbe.
En su época de mayor esplendor, entre 500 y 850 d.C., Monte Albán estaba formado por los conjuntos monumentales de la Plaza Principal, Atzompa, Cerro del Gallo, El Plumaje, El Mogollito, Cerro de la Cruz, Monte Albán Chico y El Paragüito. Todos estaban interconectados por una red de veredas que permitía una vida muy dinámica, cuyo gran centro ceremonial, la Plaza Principal, fue el eje del control estatal mediante una intensa vida religiosa.
Nos queda claro que para el análisis urbanístico de la antigua Atzompa, no debemos utilizar la lógica o parámetros contemporáneos o de la Oaxaca colonial. Si bien el centro ceremonial de Monte Albán proveía de condiciones de vida privilegiada y de seguridad al amparo de múltiples deidades, en la práctica era necesario establecer puntos estratégicos de control y observación para prevenir presencias no deseadas o intentos de invasión. Muy probablemente ése era uno de los papeles de Atzompa, ya que en el sitio es evidente la preocupación por contar con diversos puntos de vigilancia.
Los dos grandes palacios (Casa de Oriente y Casa de los Altares) y la iconografía de la extraordinaria Tumba 3 (242 de Monte Albán) nos muestran que los habitantes de Atzompa contaron con el liderazgo de por lo menos dos linajes, que habrían ejercido el poder estatal dentro de este sector de Monte Albán, y en esa medida habrían establecido un control sobre la producción de ciertos bienes utilitarios fundamentales como la cerámica.
De la misma manera, la extracción y la talla de la piedra para la construcción de sus grandes edificios, a partir de las canteras naturales del sitio, parece haberle dado a Atzompa cierta autonomía y seguridad. Es evidente que toda la piedra de construcción fue extraída localmente, mediante técnicas de corte y tallado a gran escala, lo que habría permitido a la población ser menos dependiente de los materiales adquiridos por medio del tributo, lo que aparentemente sí ocurrió en Monte Albán.
Nelly M. Robles García. Arqueóloga por la enah, maestra en conservación de arquitectura prehispánica por la encrym-inah y doctora por la Universidad de Georgia, Estados Unidos. Directora del “Proyecto Conjunto Monumental de Atzompa”, e investigadora visitante en la Universidad de Harvard. Miembro del Comité Científico-Editorial de Arqueología Mexicana.
Robles García, Nelly M., “Atzompa y la expansión urbana de Monte Albán”, Arqueología Mexicana núm. 126, pp. 46-51.
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