El crecimiento de México-Tenochtitlan y su infraestructura hidráulica siempre se ha visto en función de las relaciones políticas y sociales dentro del valle. Sin embargo, las condiciones ambientales y en particular climáticas durante la existencia de la ciudad influyeron en el desarrollo urbano y las obras para el control de las aguas del sistema lacustre.
A la llegada de los españoles a principios del siglo XVI la ciudad de México-Tenochtitlan estaba completamente rodeada por las aguas de un lago que había sido transformado y controlado por diques. A través de sus 200 años de la vida de la ciudad, el lago tuvo variaciones muy grandes que a la vez influyeron enormemente en el desarrollo de la ciudad y su entorno.
Las fuentes históricas, la toponimia de los barrios de la ciudad, los registros arqueológicos, y los estudios de geología, geotécnica y paleoclimatología muestran que el asentamiento original mexica tuvo lugar en una zona cenagosa poblada de tulares y bancos de arena depositada por los ríos donde los pobladores mexicas construyeron tlateles (montículos artificiales) (véase artículo del mismo autor en el número anterior). El lago en ese momento se había retraído hacia el oriente, pero la zona podía inundarse en ocasiones, por lo que hubo necesidad de controlar los flujos de agua dulce de los ríos y manantiales para la producción acuícola.
Por otro lado, estaban los cuerpos de agua salada para la explotación de la sal y el tequesquite, por lo que seguramente para separarlas los pobladores construyeron bordos. Evidencias arqueológicas de esta práctica existen en partes de la zona oriental del lago. Además, la práctica de crear bordos y pozas para almacenar las aguas dulce y salada ha prevalecido en muchas partes del lago de Texcoco hasta el siglo pasado, como lo muestra el caso de la ciénega de San Juan, en la parte nororiental del antiguo lago, la cual fue habilitada mediante la construcción de bordos para crear compartimentos de agua, localmente conocidos como pozas, las cuales captaban el agua del río San Juan y la de algunos manantiales locales, algo muy común en la zona del lago de Texcoco después de su desecación . Así, hasta nuestros días los pobladores de Santa Isabel Ixtapan, San Cristóbal Nexquipayac y San Salvador Atenco todavía aprovechan una gran cantidad de recursos en las pozas de dicha zona.
La hipótesis del desarrollo urbano de la ciudad alude a que los asentamientos de tipo tlatel crecieron y se amalgamaron para constituir las parcialidades (tlaxilacalli) de Tenochtitlan, y éstas después se conectaron con calzadas, y los espacios entre éstas se transformaron en chinampas (véase artículo anterior del mismo autor).
Sin embargo, este crecimiento urbano se enfrentó con varios problemas creados por las crecidas del lago y la necesidad de optimizar el espacio. Simultáneamente al crecimiento urbano, el cambio climático secular hacia condiciones más húmedas hizo que el lago creciera ocasionalmente, afectando así a la ciudad y sus áreas de producción dulceacuícolas y agrícolas (chinampas). Así, hubo necesidad de crear obras hidráulicas a gran escala, especialmente los diques para controlar los flujos de agua, y las calzadas para conectar la ciudad con la orilla y usarlas también para transportar agua dulce a través de acueductos.
Así, una variedad de obras hidráulicas de varios tipos y dimensiones fueron construidas e integradas a la arquitectura y diseño de la ciudad. La construcción del sistema hidráulico durante el desarrollo de Tenochtitlan evolucionó con la ciudad misma. Entre los factores principales estaban el crecimiento de su población y los cambios políticos, por los cuales fue posible y necesaria la construcción de infraestructura.
Carlos Cordova. Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM con licenciatura y maestría en geografía. Doctor en geografía por la Universidad de Texas en Austin y profesor en la Universidad Estatal de Oklahoma. Sus áreas de investigación son la geoarqueología y la paleoecología del cuaternario.
Tomado de Carlos Cordova, "El paisaje antes, durante y después de la fundación de Tenochtitlan: parte 2, los cambios ambientales y la infraestructura hidráulica de México-Tenochtitlan", Arqueología Mexicana, núm. 193, pp. 78-87.