Museo Anahuacalli: “Casa para los Ídolos”
Diego Rivera es conocido, además de su prolija obra plástica, por su interés en coleccionar arte antiguo mexicano. En sus 71 años de existencia logró reunir un acervo de casi 60 000 piezas provenientes de distintas regiones de México; las culturas del Occidente mesoamericano son las mayormente representadas en calidad y número.
Para acumular esta cantidad de objetos, estableció una red de comercio, tráfico y estudio de arte prehispánico que implicó a personajes diversos. Desde arqueólogos vernáculos, campesinos con conocimientos sobre sitios de extracción de tumbas y templos, agentes de venta y búsqueda de piezas, hasta artistas o intelectuales regionales con afición por localizar esculturas y utensilios precolombinos.
Como es de esperar, Diego involucró a sus amistades y familia en la gestión de su “idolaje”, como él le nombró. Gente cercana al muralista, como la profesora Eulalia Guzmán o la misma Frida Kahlo, operaron con sus contactos o viajaron por el país para seleccionar, trasladar, catalogar, almacenar y organizar la colección de acuerdo con las expectativas del plan del pintor. Esto lo llevó a considerar espacios domésticos y acondicionar su estudio como bodega y galerías de exhibición.
Se puede considerar a la acumulación de “ídolos” como el principio por la búsqueda de un recinto propio para mirar y mostrar la colección.
Imagen: Museo Diego Rivera-Anahuacalli. Foto: Nicole Valenzuela Mejía, Cortesía del Museo Diego Rivera-Anahuacalli / Wikimedia Commons.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Vargas Parra, Daniel, “Museo Anahuacalli: “Casa para los Ídolos””, Arqueología Mexicana, Edición especial, núm. 105, pp. 60-63.