Copalita, Huatulco, Oaxaca. Los mareños precoloniales del Ajujl’aimo’ (Casa del Lagarto)

Raúl Noé Matadamas Díaz, Irene Alarcón Hernández

Hasta el momento, gracias a las investigaciones arqueológicas en la Bocana del Río Copalita, Huatulco, Oaxaca, ha sido posible determinar una ocupación que va del Preclásico Medio al Posclásico. Es evidente que el auge de Copalita, en ambas márgenes del río, ocurrió en el Clásico Temprano-Tardío y que hubo un descenso en su desarrollo en el Posclásico Temprano. Para el Posclásico Tardío hubo una reocupación en la zona de montaña baja y algunas partes de la zona de aluvión, que se mantuvo hasta el contacto con los españoles.

 

Huatulco en la época prehispánica

Junto a la desembocadura del río Copalita se encuentran evidencias de ocupación humana con una antigüedad de poco más de 2 500 años; como testimonio de la presencia de los primeros habitantes en Huatulco, en la zona de aluvión hay un basamento piramidal llamado Templo de la Serpiente, así como cuatro plataformas que integran el juego de pelota y la Acrópolis, que alcanza una altura de 24 m y conserva un gran número de estelas sin pintura o grabado. Al suroeste y oeste del centro cívico-ceremonial se encuentran cuatro unidades habitacionales sobre lomeríos terraceados.

Se calcula que desde el Preclásico Medio-Tardío (1500 a.C.-200 d.C.), en la Bocana del río Copalita la población ocupaba la mayor parte de las elevaciones naturales inmediatas al mar y la desembocadura del río. Aproximadamente a finales del Clásico Temprano (600 d.C.) el lugar contaba con una plaza rodeada de edificios e incluía un juego de pelota. Hacia el año 1100 d.C., la región estuvo sujeta a Tututepec, al que se le tributaba, entre otras cosas, oro en polvo.

El asentamiento tiene alrededor de 36 ha. El área cívico-ceremonial está conformada por la Acrópolis, el juego de pelota y el Templo de la Serpiente. Durante las exploraciones se localizaron dos fragmentos de piedra grabados, los cuales representan cabezas de serpiente, razón por la cual se le llamó al edificio Templo de la Serpiente. Esos objetos se asocian con la serpiente-lagarto vinculada con el agua, el nacimiento y la fertilidad.

El edificio está construido sobre un terreno acuoso, lo cual provoca que durante la temporada de lluvias el nivel freático suba y se vea rodeado de agua, simulando un islote.

El juego de pelota, conformado por cuatro estructuras con orientación norte-sur, mide 28 por 43 m y el patio del juego es de 3 por 20 m. En el cabezal norte se encuentra una piedra grabada al centro con el numeral 4; la piedra ve hacia el interior del juego de pelota, donde, también en la parte inferior central de una estructura, se halló una piedra grabada con un glifo fitomorfo, la cual pudo ser una piedra reutilizada –que fue traída de otro lugar– que fungió como elemento fundacional del nuevo sitio.

 

Acrópolis

Llamada así por poseer las características de arquitectura integral que en Mesoamérica definen a ese tipo de edificios, muestra evidencias de uso religioso con rituales funerarios, actividades domésticas y espacios de producción de cerámica de autoconsumo; además, la construcción es la de mayores dimensiones en relación con otros edificios. Para construirla se aprovechó una serie de lomas que dan al río, que fueron modificadas con la idea de contar con un edificio de un tamaño que superara en altura a los grandes árboles del lugar y disponer así de una perspectiva completa de su espacio y áreas circundantes, incluyendo el mar. La Acrópolis comparte elementos arquitectónicos con los pueblos mayas del sur como las rampas con escalera, entre otros.

La cronología para la Acrópolis corresponde al Preclásico Tardío (500/400 a.C.-200 d.C.) y el Clásico (Temprano y Tardío: 200 a.C.-900 d.C.), y en sus inicios se caracterizaría por la consolidación de las tendencias culturales que se gestaron en fases anteriores: agricultura, escritura y aspectos religiosos como el juego de pelota.

En el vestíbulo superior se encuentran los edificios habitacionales y ceremoniales de la clase gobernante, asociados a las tumbas 1 y 2.

Cabe señalar que en la mayoría de los entierros se registraron fogones rituales (tlécuil o teculli). En la Acrópolis se contabilizaron 57 entierros de individuos, correspondientes a las fases Monte Albán IIB-IIIA (250-500 d.C.-Preclásico Tardío, transición al Clásico Temprano), Monte Albán IIIA (300/350-500 d.C.-Clásico Temprano) y Monte Albán IIIB-IV (500-850 d.C.).

La tumba 1 corresponde al Clásico Temprano o Monte Albán II-IIIA/Transición (100 a.C.-500 d.C.) (Acosta, 1965, p. 818). El individuo ahí enterrado tenía pigmento rojo en todos los huesos y en la tierra alrededor de la tibia y el peroné derechos.

La tumba 2, del Clásico (200 d.C.-900 d.C.), tenía una ofrenda conformada por seis vasijas del tipo café fino con pintura anaranjada y soportes rectangulares correspondientes al Clásico Temprano-Tardío en el istmo de Tehuantepec. Además, contenía siete vasijas de cerámica y una de travertino, conchas trabajadas, ornamentos de turquesa y una figurilla de piedra verde. Ésta es el coronamiento de un bastón de mando, y sus características estilísticas no corresponden a las observadas en Copalita, por lo que probablemente se trata de un elemento foráneo, al igual que la turquesa utilizada en ornamentos que fueron depositados en el entierro. En el Conjunto Habitacional 1 se registraron 22 individuos, siete de ellos del Preclásico Tardío (Monte Albán I y II: 500/400 a.C.-200 d.C.) y 15 del Clásico Tardío (Monte Albán IIIB-IV: 500/600-900 d.C.). En el Conjunto 2 se localizaron 10 individuos, de los cuales nueve corresponden al Preclásico Tardío (Monte Albán I y II: 500/400 a.C.- 200 d.C.) y un individuo al Clásico Temprano (Monte Albán IIIA: 350-500 d.C.).

 

• Raúl Noé Matadamas Díaz. Arqueólogo por la Universidad Veracruzana. Investigador del Centro INAH Oaxaca. Coordinador del “Proyecto arqueológico Bocana del Río Copalita”, Huatulco, Oaxaca, 1997-2017.

• Irene Alarcón Hernández. Arqueóloga por la Universidad Veracruzana. Ha colaborado en salvamentos arqueológicos y rescates arqueológicos del Centro INAH Oaxaca. Colaboradora del “Proyecto arqueológico Bocana del Río Copalita”, Huatulco, Oaxaca, 2005-2016.

 

Matadamas Díaz, Raúl Noé, Irene Alarcón Hernández, “Copalita, Huatulco, Oaxaca. Los mareños precoloniales del Ajujl’aimo’ (Casa del Lagarto)”, Arqueología Mexicana núm. 148, pp. 52-56.

 

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