Datos paleobiológicos de los mamuts

Joaquín Arroyo Cabrales et al.

Museo Paleontológico de Santa Lucía Quinametzin

Sala 2. El mamut, icónico animal del Pleistoceno Final

Datos paleobiológicos de los mamuts

Manadas. Dado su parentesco con los elefantes actuales, se ha asumido que los mamuts tenían dinámicas sociales semejantes, es decir, que formaban grupos familiares conformados por una matriarca, otras hembras adultas, juveniles e infantiles. En el caso de los machos, cuando éstos llegaban a la edad reproductiva eran expulsados del núcleo familiar y vagaban solos o formaban pequeños grupos con otros machos, acercándose a las manadas únicamente en época de apareamiento.

Dieta. En las últimas décadas, diversos análisis químicos de restos óseos, así como estudios de desgaste dental realizados en ejemplares de Estados Unidos y México, han revelado que, aunque esta especie se alimentaba principalmente de pastos, también incluía en su dieta, hojas de árboles, arbustos y cactáceas.

Movilidad. Los movimientos que realizaban los mamuts son descritos como nómadas, es decir, se desplazaban a diversos lugares en búsqueda de comida y agua, y podían regresar a los mismos lugares sin realizar esto de manera estacional, como en las migraciones; algunos estudios biogeoquímicos realizados en ejemplares de Laguna de las Cruces, San Luis Potosí, revelan que algunos individuos hallados en esta localidad venían de otro sitio; en contraste, se ha observado que algunos individuos hallados en Florida provenían de zonas ubicadas a 150 km del sitio donde fueron hallados; finalmente, un mamut hallado en Missouri, se pudo haber desplazado hasta 300 km del punto donde sus restos fueron encontrados.

Ingenieros de ecosistemas. Se ha propuesto que los mamuts, al consumir algunos tipos de plantas, favorecían la dispersión y colonización de éstas, además de que removían la competencia. Sus heces ayudaban a fertilizar el suelo, disminuían el riesgo de incendios forestales, además de que moldeaban la estructura y composición de las comunidades vegetales y, por ende, favorecían la presencia de algunas especies de herbívoros y carnívoros con los cuales convivían. Por lo tanto, han sido considerados como “ingenieros de ecosistemas”, es decir, una especie con una gran influencia en los ecosistemas y con capacidad de modificar éstos; su desaparición puedo haber conducido a la extinción a otras especies.

Imagen: Escultura de mamut colombino realizada a escala natural por Sergio de la Rosa. Museo Paleontológico de Santa Lucía Quinametzin. Foto: Eduardo Corona-M.

Joaquín Arroyo Cabrales. Doctor en zoología por la Texas Tech University y jefe del Laboratorio de Arqueozoología del INAH. Miembro del SNI-Conahcyt. Co-coordinador del proyecto: “Prehistoria y paleoambientes en el noroeste de la Cuenca de México”.

Federico Sánchez Quinto. Investigador del Instituto Nacional de Medicina Genómica. Sus líneas de investigación son ecología y biología evolutiva, así como genética, genómica y bioinformática.

Víctor Adrián Pérez Crespo. Investigador del Instituto de Geología de la UNAM, miembro del SNI-Conahcyt. Sus líneas de investigación son geoquímica isotópica, paleoecología y paleontología de la conservación.

Alejandro López-Jiménez. Arqueólogo por la ENAH, colaborador del Laboratorio de Arqueozoología del INAH en múltiples proyectos de campo.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Arroyo Cabrales, Joaquín et al., “Sala 2. El mamut, icónico animal del Pleistoceno Final”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 110, pp. 18-25.