El “Castillo”, Edificio de las Serpientes Emplumadas

Leonardo López Luján

a Eduardo Matos, Premio Princesa de Asturias

Las primeras exploraciones ilustradas a Xochicalco (1777 y 1784)

La primera visita

En la cúspide, el contingente, liderado por Antonio Alzate, ingresó a la anchurosa Plaza Principal, al centro de la cual se yergue el llamado “Castillo”, construcción única en Mesoamérica que hoy es mejor conocida como el Edificio de las Serpientes Emplumadas por la riquísima decoración de sus fachadas.

Allí le relataron a Alzate la historia inverosímil –que él creyó a pie juntillas– de que el edificio tuvo en un origen cinco cuerpos superpuestos y coronados por un trono de piedra, todo lo cual fue “deborado por la ignorancia avaricia” de los dueños de las haciendas azucareras de Miacatlán que reutilizaron sus piedras como hornallas. Salió a relucir en la conversación “un fulano Estrada” como “el principal destruidor comparable al sapatero, q’ quemó el Templo de Diana Efesina”.

Alzate conjeturó que el “Castillo” estuvo hueco “para que sirviese de habitación”. Al calcular la orientación de sus paramentos, notó “q’ es constante a los quatro puntos cardinales presisamente como si en su construccion huviesen corregido los 10 gr.s de declinacion al Nordeste ¿como los indios supiesen tomar el verdadero Norte, o echar una exacta meridiana?”. La respuesta a esta incógnita, nos dice, “supone muchas y exactas observaciones Astronomicas”.

Curiosamente, más que los espectaculares relieves de sus fachadas, lo que sorprendió a Alzate fue el tamaño de las losas de “piedra vitrificable” en que habían sido esculpidos. Dedujo que los xochicalcas, desprovistos de bestias de tiro, debieron poseer profundas nociones de mecánica para trasladar semejantes losas desde muy lejos y valerse en el trayecto de algún “artificio”, aludiendo con ello a grandes palancas de madera.

El grupo de exploradores descendió entonces hacia los Subterráneos, de los cuales Alzate expresó maravillado: “Si el Castillo demuestra el poder de el Monarca, y la ciencia, q’ poseia el director de la obra, mucho mas convense esto mismo la vivienda interior ē inferior a Xochicalco”. Días atrás, estando en Cuernavaca, él había escuchado incrédulo que sus larguísimas galerías lo conducirían por debajo de la superficie hasta el Cerro de Chapultepec, pero que antes debía salvar un acceso resguardado por “dos Estatuas… con mazos en las manos” que intentarían detenerlo.

Cuando llegaron al socavón, el alcalde de Tetlama, “poseido de alguno terror panico”, se negó a ingresar. Se disculpó con Alzate contándole que adentro se había topado alguna vez con “un indio viejo, q’ desaparecio, y q’ al mismo tiempo comenso ã temblar el cerro, y ã caer arena”. El polímata decidió entonces suspender “la averiguación”, si bien bastante satisfecho y “con el animo de volver al citio”. Con lo visto, se fue persuadido de que allí había morado una nación instruida, gente que logró por su ingenio grandes avances en la arquitectura, la escultura jeroglífica y la observación de los astros.

Imagen: Retrato de Joseph Antonio Alzate y Ramírez, “El Plinio de México”. Óleo sobre tela anónimo. Palacio de la Escuela de Medicina, Patrimonio Universitario. Foto: Wikimedia Commons. Perspectiva y planta a tinta y aguada del Cerro Xochicalco. Dibujo de Alzate de 1777-1778. Tozzer Library, Mex. 3 Al 98 d 2 Folio, estampa 1a. Foto: Harvard University.

Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Universidad de París Nanterre y director del Proyecto Templo Mayor del INAH. Miembro de El Colegio Nacional.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

López Luján, Leonardo, “Las primeras exploraciones ilustradas a Xochicalco (1777 y 1784)”, Arqueología Mexicana, núm. 179, pp. 28-33.