Cada lámina, enmarcada por una fina línea negra, puede contener una o varias figuras, todas las cuales son debidamente numeradas y referidas en los escritos. Para captar una realidad en tercera dimensión se usan diversos puntos de vista (plantas, alzados, perfiles, cortes), aunque también se practican la perspectiva, el isométrico y la vista en tres cuartos. Los motivos se acompañan comúnmente de escalas gráficas, rosas de los vientos y signos que los asocian con textos explicativos. Los temas representados van desde sitios arqueológicos enteros hasta diminutos artefactos atesorados en gabinetes públicos o privados, pasando por edificios, relieves parietales y monolitos.
Juan Agustín de Morfi (1735-1783) fue otro explorador que recurrió a un experto, en su caso para ilustrar las ruinas de El Cerrito. Este fraile franciscano originario de Asturias participó como capellán de la expedición a las Provincias Internas de la Nueva España, encabezada por el caballero Teodoro de Croix. A su paso por Querétaro, en 1777, hizo una rápida escapada para reconocer el sitio arqueológico junto con el capitán e ingeniero ordinario grenoblino Carlos Peison Duparquet (1734-1781). Éste hizo una poco conocida lámina donde dibujó, combinando una planta y una perspectiva, la pirámide (el “Monte de Cascajo”) y la plaza que se encuentra al pie. En un ángulo trazó con imperfecciones tres esculturas antropomorfas de mediano formato, incluidos un telamón y un chacmool.
Imágenes: Esculturas y edificios de El Cerrito. Dibujo en tinta y aguada de Duparquet (1777). Archivo General de Indias, Sevilla. Foto: Archivo General de Indias.
Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Universidad de París Nanterre y director del Proyecto Templo Mayor del INAH. Miembro de El Colegio Nacional.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
López Luján, Leonardo, “Periodo colonial. Nueva España y Guatemala (1521-1821)”, Arqueología Mexicana, Edición especial, núm. 99, pp. 30-77.