El estilo olmeca en Guerrero

Rosa Ma. Reyna Robles, Paul Schmidt Schoenberg

Lo olmeca puede considerarse como un estilo artístico que compartieron numerosos grupos étnico-lingüísticos de Mesoamérica. En Guerrero, el estilo olmeca apareció en diversas formas: objetos portátiles, figurillas de barro y de piedra, cerámica con diseños olmecas, escultura de bulto o grabada y pinturas en cuevas, este último rasgo casi ausente en el resto de Mesoamérica.

 

La olmeca ha sido considerada como la primera civilización mesoamericana: surgió entre 1250 y 600 a. C. y se le identifica por un estilo peculiar (Niederberger, 1987). Para llegar a este postulado tuvieron que pasar muchos años, desde que se descubrieron los primeros vestigios olmecas en Hueyapan, Veracruz, a finales del siglo XIX, hasta la posterior aceptación de su mayor antigüedad en relación con las altas culturas del Clásico, como la maya y la teotihuacana (Covarrubias, 1942; Jiménez Moreno, 1942). 

Debido a que en la costa del Golfo se siguieron localizando los testimonios más notables de la cultura olmeca, surgió la idea, muy difundida, de que se había originado en un área limítrofe entre Veracruz y Tabasco, a la que se llamó el “corazón olmeca”, desde la cual se difundiría hacia otras regiones menos desarrolladas.

A diferencia de otros investigadores, Miguel Covarrubias, en 1957, propuso que el estilo olmeca se había originado en la costa o en los valles de la vertiente del Pacífico, entre Guerrero y Oaxaca. Posteriormente la mayoría de los arqueólogos desechó esta idea y el estilo olmeca se ubicó hacia 1200 a.C. en San Lorenzo, Veracruz, lo que hizo pensar que aquí era más temprano y, con base en el parecido estilístico, lo olmeca del resto de las regiones, incluido Guerrero, parecía ser más tardío, alrededor de 900 a.C. o posterior. El contacto de la costa del Golfo con Guerrero se explicaba por la necesidad de los olmecas de la zona nuclear de materias primas –serpentina y posiblemente jadeíta–, usadas en la elaboración de hachas y otros objetos de piedra. Sin embargo, en Guerrero ya habían aparecido elementos de estilo olmeca tan antiguos, al parecer, como las primeras manifestaciones de estilo olmeca de San Lorenzo, con lo cual se tomaría en cuenta otra vez la hipótesis de Covarrubias y se confirmaría la de Niederberger, quien postulaba una sincronía en el inicio de las ocupaciones en ambas regiones hacia 1250 a.C., caracterizadas por una iconografía de estilo olmeca.

El estilo olmeca apareció en todo el estado de Guerrero en diversas formas: objetos portátiles, figurillas de barro y de piedra, cerámica con diseños olmecas, escultura de bulto o grabada y pinturas en cuevas, este último rasgo casi ausente en el resto de Mesoamérica.

Muchas piezas portátiles de estilo olmeca se encuentran en colecciones privadas o en museos, y son muy pocas las que provienen de excavación controlada, únicas de las que se puede asegurar su antigüedad. Entre estas últimas destacan una serie de figurillas de barro conocidas como baby face, vasos con motivos de la iconografía olmeca alrededor del borde o en las paredes y vasijas-rostro como las excavadas en la “zona de lomeríos” en Teopantecuanitlán y en un espacio funerario en Chilpancingo.

 

Reyna Robles, Rosa Ma., y Paul Schmidt Schoenberg, “El estilo olmeca en Guerrero”, Arqueología Mexicana núm. 82, pp. 38-41.

 

• Rosa Ma. Reyna Robles. Doctora en antropología por la UNAM. Investigadora de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. Expresidenta del Colegio Mexicano de Antropólogos. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores y del Consejo de Asesores de Arqueología Mexicana.

• Paul Schmidt Schoenberg. Doctor en antropología por la Tulane University. Ha realizado investigación arqueológica en varias regiones, principalmente en Guerrero. Investigador del IIA, UNAM, donde tiene a su cargo el proyecto de “Arqueología de superficie Chilapa-Zitlala, Guerrero”.

 

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