El Instituto Lingüístico de Verano: ¿aún trabaja en México?
Los orígenes del Instituto Lingüístico de Verano (ILV) y de la Wycliffe Bible Translators (WBT) son simultáneos y están ligados con la expansión de las denominaciones protestantes de Estados Unidos.
Ambas son organizaciones sin fines de lucro dedicadas a traducir la Biblia a todas las lenguas vivas. William Cameron Townsend, el fundador del ILV, le infundió su filosofía, que contemplaba la difusión intercultural y multilingüística del cristianismo que ve al Nuevo Testamento como la infalible palabra divina, que debe regir la vida de las personas entre sí y en su relación con Dios (Asociación Mexicana de Lingüística Aplicada, ALAI, 1978).
Era militante religioso desde 1917, cuando se inició en la actividad misionera y se incorporó a la Misión Central Americana, perteneciente a la Iglesia de la Puerta Abierta, y, más tarde, a la iglesia presbiteriana.
En la década de 1930, Townsend concibió la idea de organizar una institución que llevara el mensaje evangélico a los pueblos indígenas del mundo. Auspiciado económicamente por la Bible House, se trasladó a Guatemala con el objetivo de dar a conocer las sagradas escrituras a los cakchiqueles, pero advirtió que era una meta inalcanzable mientras no conocieran el idioma en el que estaba impreso el texto bíblico.
En consecuencia, durante 14 años se dedicó a traducir la Biblia al cakchiquel. Después de ver la transformación que causó entre estos indígenas, tuvo “el sueño de alcanzar con la Palabra a todas las tribus del mundo”.
Imagen: Gramática popular. Mixteco del norte de Tlaxiaco, Serie de Gramáticas de Lenguas Indígenas de México, núm. 14, Instituto Lingüístico de Verano, 2016. Reprografía: Biblioteca Nacional de Antropología e Historia.
Alicia M. Barabas. Licenciada en ciencias antropológicas por la Universidad de Buenos Aires. Maestra y doctora en sociología por la UNAM. Profesora investigadora emérita del INAH. Investigadora nacional nivel III, SNI-Conacyt.
Barabas, Alicia M., “El Instituto Lingüístico de Verano: ¿aún trabaja en México?”, Arqueología Mexicana, núm. 176, pp. 22-25.