El mamey y el chicozapote

Edelmira Linares, Roberto Bye

Flora que ha aportado México al mundo

Plantas comestibles, medicinales y ornamentales

El mamey o tezonzápotl (fruto que tiene color de piedra de tezontli) o tetzápotl (Pouteria sapota) fue descrito por Francisco Hernández: “con frutos de pulpa blanca al principio y luego de color escarlata, que encierra un hueso grande, liso y lleno de almendra… con fruto muy semejante al sabor de los membrillos en conserva… cuya almendra contenida en el hueso suele agregarse a la bebida de cacaoatl y untarse en los cabellos para que no se partan…”. Se consideraba de uso medicinal para varias afecciones. También se le creía medicinal en el Códice De la Cruz-Badiano. Hoy en día es uno de los frutos “finos” que se consumen en varias partes del trópico y es utilizado por la industria alimenticia en la fabricación de helados y pasteles. El empleo de su semilla como saborizante del chocolate está vigente en el téjate, bebida tradicional oaxaqueña que ha alcanzado popularidad en Estados Unidos.

El chicozapote (Manilkara sapota), cuyo nombre en náhuatl era xicotzápotl por la relación con el insecto xoconochque la poliniza (xicotli), tiene un fruto comestible muy apreciado por su dulzura y delicioso sabor. Los mayas conocían y extraían su látex, nombrado sicte, que es el término maya de donde viene el nombre de chicle, que fuera la base de la industria chiclera durante muchos años. En nuestros días, en la industria chiclera internacional se le ha sustituido por polímeros artificiales y sólo la industria local artesanal lo sigue empleando como un chicle orgánico, de gran valor para los conocedores como un producto que apoya la conservación de las selvas húmedas de nuestro país.

Imagen: Izquierda: Mamey, tlatlauhqui, tezonzápotl o tetzápotl (Colocarpum mammosus). Uno de nuestros frutos más sabrosos, poco conocido fuera de la región. Foto: Marco Antonio Pacheco / Raíces. Derecha: El chicozapote (Manilkara sapota), cuyo nombre en náhuatl era xicotzápotl por la relación con el insecto que lo poliniza (xicotli), es muy apreciado por su dulzura y delicioso sabor. Los mayas conocían el árbol en donde crece el fruto y del que extraían su látex, nombrado en maya sicte, de donde viene el nombre de chicle, que fue la base de la industria chiclera durante muchos años. Foto: Michael Calderwood / Raíces.

 

Edelmira Linares. Maestra en ciencias. Ha trabajado durante 36 años en el Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM (JB-IB, UNAM), en el área de educación e investigación en el campo de la etnobotánica de plantas útiles.

Robert Bye. Investigador del JB-IB, UNAM. Ha trabajado durante 30 años en el campo de historia de la botánica y etnobotánica de plantas útiles.

Linares, Edelmira, Roberto Bye, “Flora que ha aportado México al mundo”, Arqueología Mexicana, núm. 130, pp. 52-59.

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