En la medida en que es un sustento generoso y fuente de la bebida ritual más significativa para las sociedades mesoamericanas, el maguey es una planta con importantes connotaciones simbólicas.
Entre los mixtecos, a la deidad del maguey se le llamaba 11 Serpiente y se le mostraba con la cabeza separada del cuello, del que brota sangre. Algunos autores proponen que esto se relaciona con los cortes que se hacen al maguey para extraer el aguamiel, proceso fundamental en la elaboración del pulque.
Al maguey se encuentra asociada una diosa, conocida entre los nahuas como Mayáhuel, generalmente representada como una joven mujer que surge de una floreciente planta de maguey, y que en ocasiones lleva en las manos copas de pulque, aunque también puede llevar espinas o fibras. Mayáhuel también se relaciona con el grupo de diosas asociadas a la fecundidad y la fertilidad.
El origen divino de la planta del maguey, y con ella del pulque, queda expresado claramente en el relato consignado en la Histoire de Mechique que reproducimos aquí. En él se narra como Ehécatl (dios del viento y una de las advocaciones de Quetzalcóatl) va en la búsqueda de una bebida que traiga alegría a los hombres, y como de esa búsqueda se derivan acontecimientos que dan origen al metl o maguey.
Del origen del maguey y el pulque
"...los dioses dijeron entre sí: “He aquí que el hombre estará aína triste si no le hacemos nosotros algo para regocijarle y a fin de que tome gusto en vivir en la tierra y nos alabe y cante y dance”. Lo que oído por el dios Ehécatl, dios del aire, en su corazón pensaba dónde podría encontrar un licor para entregar al hombre para hacerle alegrarse. Pensando en lo cual, le vino a la memoria la diosa virgen llamada Mayáhuel, y se fue enseguida a donde estaban ellas, a las que encontró dormidas. Y despertó a la virgen y le dijo, a la cual guardaba una diosa su abuela llamada Cicímitl [Tzitzímitl]: “Te vengo a buscar para llevarte al mundo”. En lo que ella convino enseguida, y así descendieron ambos, llevándola él sobre sus espaldas.
Y tan pronto como llegaron a la tierra se mudaron ambos en un árbol que tiene dos ramas, la una se llama quetzalhuéxotl, que era la de Ehécatl, y la otra xochicuáhuitl, que era la de la virgen. Mientras, su abuela dormía. Cuando hubo despertado y no encontró a su nieta, apellidó en seguida a otras diosas que se llaman cicimime [tzitzimime]. Y descendieron todas a la tierra a buscar a Ehécatl, y a esta razón las ramas se desgajaron las dos, la una de la otra. Y la de la virgen fue reconocida por la diosa vieja, la cual la tomó y, rompiéndola, entregó a cada una de las otras diosas un trozo, y lo comieron.
Pero la rama de Ehécatl no la rompieron, sino la dejaron allí. La que tan luego como las diosas subieron al cielo, se retornó a su primera forma de Ehécatl, el cual reunió los huesos de la virgen, los enterró y de ahí salió un árbol que ellos llaman metl, del cual hacen los indios el vino que beben y [con] que se embriagan." Historia de México (Histoire du Mechique), en López Austin, 2006, p. 311
Tomado de Enrique Vela, Arqueología Mexicana, Especial 57, El maguey.