La ciudad prehispánica de Xochicalco fue construida sobre dos colinas: el Cerro de los Tres Lóbulos o Xochicalco y el Cerro La Bodega o Coatzi, cuyas cúspides alcanzan los 1 350 msnm y están 120 metros arriba de los valles aledaños. El periodo de ocupación va del siglo VII al XII. Los arquitectos prehispánicos convirtieron al Cerro Xochicalco en una pirámide de dimensiones geológicas, en la que podemos vislumbrar una marcada jerarquía social, ya que conforme se asciende los espacios van reflejando el cada vez más alto estatus de sus antiguos ocupantes, hasta llegar a la plaza más importante ubicada en la parte superior y central de la ciudad. Por el norte ubicamos los accesos a los túneles o minas, el Juego de Pelota Norte y la Casa de las Muñecas. Entre este nivel y el de la Plaza Principal hay una plataforma que alberga el brocal del observatorio y un edificio con tres cuartos que tienen frente a ellos el único templo cuya orientación y escalera dan al norte. En este artículo nos enfocaremos en esos sectores, que fueron explorados durante el Proyecto Especial Xochicalco en 1993 y 1994, poniendo énfasis en la cueva astronómica que ha sido objeto de numerosos estudios de astronomía cultural y de arqueo-óptica en las últimas décadas (Morante, 1993; Lebeuf, 1995; Báez, 2008; Cornejo et al., 2011; Santos, 2015). Otro motivo para centrarnos en esos espacios es que allí se encontraron los discos de cerámica que fueron indispensables para realizar la presente investigación.
El Observatorio ha sido descrito por Antonio Alzate y Ramírez (1791), Cecilio Robelo (1885), Pedro José Márquez (1886), Juan B. Togno (1892: 10) y Walter Krickeberg (1949), quien menciona las visitas de Dupaix y Castañeda en 1805 y de Pedreauville en 1835. Las exploraciones arqueológicas en el Observatorio se iniciaron entre 1951 y 1954, y fueron obra de Rafael Orellana, bajo la dirección de Eduardo Noguera (Noguera, 1951). La temporada 1958-1959 fue llevada a cabo por Roberto Gallegos, también dirigida por Noguera (Noguera, 1960). En la temporada 1993-1994 el personal del Centro INAH Morelos, bajo la dirección de Norberto González, reportó el piso de la plataforma donde está la boca de la chimenea del Observatorio con su brocal, al que llamaron “añadido” (González et al., 1994: 73). La entrada actual a la cueva no corresponde con la que tenían los xochicalcas, quienes entraban a través de la Cueva 18, que está a unos metros del Juego de Pelota Norte. Otro acceso original se exploró durante el periodo 1993-1994. Se descubrió que descendía desde la Acrópolis hasta una segunda cámara de observación con tiro o chimenea, y que al atravesarla se continuaba por cada vez más amplios escalones hasta un pasillo de unos 10 m, el cual lleva a una puerta que comunica a una escalinata que permite el ascenso de una persona a la vez. La puerta, el desnivel y lo estrecho del paso, además de la oscuridad de la cueva misma, indican que se trató de restringir el acceso por ser un espacio reservado, constituido por una amplia sala rectangular de 28 x 10 m, en cuyo centro tres grandes pilares labrados en la roca madre sostienen el techo.
La cámara de observación
Dos cuartos se labraron en las paredes de este amplio salón. Los muros y pilares se consolidaron con piedra y recibieron un aplanado de estuco que originalmente tuvo pintura roja. Al final del salón a la altura de la tercera columna, aparece un recinto oval de unos 6 m de diámetro. Le hemos llamado Cámara de los Astrónomos (Morante, 1993, 1995) y su nombre parece estar justificado, ya que de allí parte un segundo tiro o chimenea de observación cenital.
La Cámara de los Astrónomos se divide en el salón para la observación de proyecciones lumínicas y el tiro con sus componentes (bóveda, chimenea y brocal). Tiene actualmente piso de tierra, aunque en el pasado pudo estar estucado.
El suelo es plano con una ligera inclinación este oeste. En el techo se construyó una bóveda de piedra consolidada con gran destreza para que de ella parta hacia la superficie un tiro o chimenea que tiene unos cinco metros de largo y llega al llamado Sector B en la superficie, al norte del Cerro Xochicalco. El orificio de la chimenea, su diámetro y longitud fueron calculados con gran cuidado y conocimiento de los movimientos solares, y tienen características que lo hacen un exacto instrumento de observación astronómica, como se demuestra a continuación. La construcción de la chimenea fue fundamental para lograr los efectos luminosos en el interior de la cueva.
• Rubén Morante López. Maestro en historia y etnohistoria por la ENAH y doctor en antropología por la UNAM. Investigador en el Instituto de Investigaciones de la Universidad Veracruzana, cuenta con diversas publicaciones.
• Silvia Garza Tarazona. Antropóloga con maestría en arqueología por la ENAH. Se desempeña como investigadora de tiempo completo en el Centro INAH Morelos.
• Mauricio Valencia Escalante. Pasante de arqueología por la ENAH. Actualmente realiza estudios sobre arqueoastronomía de Xochicalco.
Morante López, Rubén et all., “El Observatorio de la Gruta del Sol de Xochicalco”, Arqueología Mexicana, núm. 153, pp. 74-80.
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