El palo para el Volador

Enrique Vela

Es el elemento esencial del rito; se fabrica con el tronco de un árbol cuidadosamente elegido, que debe tener un tronco recto y alto y ser de alguna de las especies de madera resistente. Una vez seleccionado el árbol se siguen una serie de pasos rituales. Entre los huastecos, el primero era la colocación de una ofrenda a su pie, del lado poniente, antes de ser derribado.

También se le ofrece incienso y se le rocía con aguardiente. El propósito es advertirle que será parte de la danza. El oficiante ofrece comida a los señores del monte bajo y a las diosas de los cuatro rumbos y les solicita permiso para cortar el árbol (para una descripción pormenorizada de este rito entre los huastecos véase Stresser-Péan, 2016, p. 37).

Idealmente el árbol, que se corta con hacha, debería derribarse en un sentido determinado (entre los huastecos de oeste a suroeste) pero también influyen las características del terreno. Durante todo este proceso debe sonar música de flauta, al parecer deben ejecutarse cinco melodías distintas, cuatro para cada uno de los rumbos y uno para el centro del mundo.

 

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.

Vela, Enrique, “El palo para el Volador”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 88, pp. 56-57.