El sacrificio de perros en las ceremonias, tanto mayas como nahuas, tenía un significado distinto del de aves y otros animales, ya que muchas veces se le mataba por extracción del corazón y en sustitución de un hombre. El perro fue el animal que sustituyó al hombre en el sacrificio sangriento porque es el más cercano a los seres humanos, el más dócil, el más fiel y, por tanto, el que puede representarlos ante los dioses, lo que habla de la alta valoración que se tenía de este animal. La idea de la sustitución de la víctima humana por un perro xoloitzcuintli parece hallarse también en otras culturas, como lo expresa una extraordinaria figurilla de Colima que representa a un xoloitzcuintli con una máscara humana.
Tomado de Mercedes de la Garza, “El carácter sagrado del xoloitzcuintli entre los nahuas y los mayas”, Arqueología Mexicana, núm. 125, pp. 58-63
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