El tesoro de Monte Albán. Nota del editor

Enrique Vela

Para cuando el lector tenga en sus manos esta edición especial de Arqueología Mexicana harán casi 80 años desde que Alfonso Caso realizara, el 9 de enero de 1932, el más extraordinario de los descubrimientos hechos por la arqueología mexicana, el del, con toda justicia, llamado “tesoro de Monte Albán”.

El inusual hallazgo llegaba pronto para Caso: era apenas la primera de las 18 temporadas que llevó a cabo en la antigua capital zapoteca y sólo la séptima de las cerca de 200 tumbas que se han explorado en el sitio (numeradas de acuerdo a la secuencia en que fueron apareciendo). La repercusión fue inmediata: por su riqueza fue noticia destacada en los periódicos y revistas de la época y provocó revuelo en la comunidad académica por las implicaciones culturales de su contenido. Aunque en los textos que aquí se presentan, todos de Alfonso Caso, se trasluce la emoción que en él causó su extraordinario hallazgo, no podemos dejar de mencionar una palabras que decía el arqueólogo durante los pletóricos días del descubrimiento: “Todos de niños soñamos con encontrar un tesoro, pero yo lo he encontrado realmente”.

Sin embargo, la magnitud del hallazgo, el propio transcurso de las exploraciones, en la antigua ciudad de Monte Albán y la intensa actividad como funcionario de Alfonso Caso, retrasaron casi 37 años la publicación pormenorizada de la exploración y los hallazgos. Ésta apareció en 1969 bajo el título de El tesoro de Monte Albán, editada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia. En ella Alfonso Caso hace un recuento sobre los trabajos efectuados en la primera temporada –durante la cual se localizó la tumba 7–, describe el proceso de exploración y hace una descripción puntual de cada uno de los objetos que contenía la tumba. Incluye además una serie de apéndices relativos a los restos óseos encontrados en ella, así como otros sobre los aspectos técnicos de la orfebrería, la biología y la geología. El grueso volumen alcanza las 407 páginas, incluyendo los apéndices, y contiene más de 350 figuras y 62 láminas.

Esta sola mención de las dimensiones de la obra da cuenta del reto que implicaba trasladarla a una edición con las características de Arqueología Mexicana, y convertía en un asunto ineludible el de buscar el mejor modo de acotarla. Cabe aquí una aclaración: salvo la obra referida de Alfonso Caso, agotada hace tiempo como corresponde a un clásico, no existe otra en que se haya presentado el conjunto completo de los objetos de la tumba 7, por lo que este fue el criterio básico en nuestra edición: publicar íntegro el acervo, el que se encuentra ahora resguardado y en exhibición en el Museo de las Culturas de Oaxaca, donde puede ser visitado. Sin embargo, hay que señalar que faltan en nuestra edición objetos que no nos fue posible fotografiar, como una nariguera de obsidiana (núm. 328-V) y un hueso grabado (núm. 203 g); la descripción y la imagen de cada uno de ellos se puede encontrar en nuestra página web (www.arqueomex.com/tesorosCasoEsp41.

html). Ahí mismo el lector podrá consultar algunos capítulos fundamentales del libro de Alfonso Caso que por razones de espacio hubimos de omitir, señaladamente los que hacen alusión a las características de los entierros asociados a la fastuosa ofrenda. Es claro que con todo y el profundo análisis que realizó Caso, es necesario profundizar en el estudio de la tumba, algo que podemos suponer debió estar en la mente del arqueólogo aunque su muerte, ocurrida un año después de la publicación del libro, lo impidió. Desde la aparición

de El tesoro de Monte Albán, hace más de cuarenta años, son escasos los trabajos dedicados al tema. Esperamos que al poner al alcance de todos el conjunto de objetos de la tumba 7, se emprendan estudios abocados a ahondar en su significado, como sabemos que lo viene haciendo desde hace unos meses un grupo de especialistas en la arqueología de Oaxaca. Por otra parte, el público en general por fin tendrá acceso al conjunto de las obras que conforman el tesoro, incluso aquellos que no se encuentran en exhibición, en una edición profusamente ilustrada y acompañada por los esclarecedores comentarios de su descubridor.

Sobre la edición

Por último, unas palabras sobre la edición que tiene en sus manos. La división de los materiales corresponde a la de la obra de Caso y procuramos en la medida de lo posible seguir el orden en que aparecen los objetos. Los textos fueron tomados literalmente de esa obra aunque editados para adecuarlos a las características de esta publicación: básicamente fueron recortados y lo que por lo general se eliminó fueron las referencias a otros objetos similares a los que se describen o a imágenes en códices; siempre se buscó que lo que se dejaba diera cuenta cabal del comentario original sobre la pieza en cuestión. Además, se respetaron en todos los casos los criterios editoriales de la obra original, aunque en no pocas ocasiones contradicen los usuales en Arqueología Mexicana, como la acentuación de las palabras en náhuatl o el uso de cursivas.

En los casos en que los objetos no se encuentran en exhibición en la llamada Sala de las Joyas en el Museo de las Culturas de Oaxaca se indica en el pie correspondiente la acotación (Bóveda), así, entre paréntesis. En todos los casos, el número que acompañaba a cada objeto corresponde al del catálogo de Caso. Se respetó asimismo su nomenclatura sobre las piezas. Cuando en la obra original se señalaban las medidas de las piezas, éstas se incluyeron en los pies de cada una; sin embargo, muchas medidas no aparecen en la obra original, como algunas de hilos de cuentas y de los huesos de animales grabados. Al final de esta edición encontrará el lector un mapa de la sala del Museo de las Culturas de Oaxaca en el que se señala la disposición de las vitrinas en que se exhiben los objetos y se indica la página en que aparecen en esta edición, de tal suerte que ésta, además de un catálogo, se constituye en una guía para la visita al museo.

 

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.

 

Vela, Enrique, “Nota editorial”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 41, p. 10.