Un último punto en esta breve y limitada reseña es el manejo de las fracturas. Los datos detallados que ofrecen los informantes de Sahagún acerca de cómo reducir e inmovilizar las fracturas constituyen información de primera mano acerca de lo que hacían los médicos nahuas del siglo XVI en este terreno, pero también lo que continúan haciendo numerosísimos “hueseros” en la actualidad. Este conocimiento ancestral sigue siendo validado día tras día para los herederos de esa milenaria tradición. Las recomendaciones en el Códice Florentino son claras: “Primero se oprime, se estira, se acomoda lo que se rompió…”, se pone una bizma, se ata y se entabla [la parte dañada]”. Sin embargo, hay un punto en particular que queremos destacar: el manejo de las fracturas complicadas por pseudoartrosis. Se refiere que si con las medidas comunes no es posible obtener la curación del hueso fracturado, “se corta la carne, se levanta por encima del hueso, se legra, se mete ahí un palo resinoso de pino, tallado, en el interior de nuestro hueso; se ata nuestro carrizo [es decir, la caña del hueso], se cierra la carne”.
El interés e importancia de este pasaje, que habla por sí solo, es que es la primera descripción en la historia de la medicina universal de la colocación de un clavo intramedular, tipo de operación de gran actualidad que fuera descrito por primera vez por cirujanos ingleses durante la Segunda Guerra Mundial. El uso en México es anterior por lo menos cuatro siglos, y eso descontando el tiempo en que el método hubiera sido conocido antes de la llegada de los españoles. Como dato complementario, en las excavaciones realizadas en Xaltocan, estado de México, hace unos 30 años, fue encontrado un fémur tratado de esta manera.
Tomado de Carlos Viesca T. y Maríablanca Ramos de Viesca, “Aportaciones de la medicina náhuatl prehispánica”, Arqueología Mexicana núm. 130, pp. 66-73.
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