Historia y resultados del desciframiento de la escritura jeroglífica maya
Los pioneros
La historia comenzó a mediados del siglo XIX, cuando se publicaron por primera vez dos textos jeroglíficos mayas. El primero apareció en 1810, año en que Alexander von Humboldt publicó cinco hojas de un “libro” de la Biblioteca Real Sajona de Dresde que creyó mexicano o azteca (Humboldt, 1810).
El segundo apareció en Londres, en 1822, ilustrando el relato de la exploración del capitán Antonio del Río, realizada 35 años antes, en las ruinas de Palenque, conocidas entonces como Otolum (Del Río, 1822). Nada indicaba entonces que ambos textos –uno pintado sobre papel y otro labrado sobre piedra– tuviesen la menor relación. Constantine S. Rafinesque (1783-1840); un voluble y excéntrico estadounidense, anticuario y científico, cuyos intereses incluían la botánica y la zoología, fue el primero en sugerir una relación entre el Códice de Dresde y los monumentos de Palenque.
En la década de 1820 estudió con minuciosidad ambas publicaciones y pronto, alentado por el éxito de Champollion con la escritura egipcia, publicó su opinión sobre el tema: según él, los jeroglíficos de Palenque y el Códice de Dresde no eran aztecas sino mayas, y posiblemente estaban relacionados con las lenguas mayas que se usaban en ese tiempo.
Además, concluyó acertadamente la combinación de barras y puntos en ambos conjuntos de inscripciones representaba una numeración, en donde la barra representaba el número cinco y el punto, el uno (Rafinesque, 1832-1833; Stuart, 1919).
George E. Stuart. Arqueólogo. Especialista en la historia de la investigación sobre los mayas. Fundador y presidente del Center for Maya Research de Washington, D.C., y Bernardville, E.U.A. Entre 1960 y 1998 trabajó como arqueólogo en la National Geographic Society de Washington.
Stuart, George E., “Historia y resultados del desciframiento de la escritura jeroglífica maya”, Arqueología Mexicana, núm. 48, pp. 32-37.
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