Continuamos hacia la parte posterior del Templo Mayor y volvemos a encontrar el mismo piso de lajas. Está limitado hacia el oriente por restos de escalinatas y muros que conformaban la plataforma que circundaba todo el recinto ceremonial o espacio sagrado. Aquí vale la pena recordar la enorme cantidad de mano de obra y materiales que se emplearon para la construcción de esta plaza y los diversos edificios en su interior. Las crónicas nos dicen cómo el tlatoani en turno “invitaba” a sus vecinos para que ayudaran en la construcción del Templo Mayor. El sistema tributario exigía a los pueblos sometidos no sólo el pago en productos varios como cargas de maíz, frijol, mantas de algodón, vestidos de guerreros, cal, etc., según la región en que habitaran, sino también trabajo. Moctezuma I (1440-1469 d.C.) impuso a sus vecinos el transporte de madera, piedra y otros materiales para el agrandamiento del Templo Mayor.
Con lo anterior termina vuestra visita a los vestigios que la arqueología ha podido encontrar del Templo Mayor. Ahora estamos frente al museo de sitio, en donde podremos apreciar muchos de los materiales recuperados en nuestras excavaciones.
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Tomado de Eduardo Matos Moctezuma, “Recinto de las Águilas o Casa de las Águilas”, Arqueología Mexicana, Especial 56, El Templo Mayor, a un siglo de su descubrimiento, pp. 10 - 32.