Ulama. El juego de pelota prehispánico que sobrevivió hasta nuestros días
El atuendo
La similitud entre el juego moderno y su contraparte antigua resulta evidente de inmediato en el atuendo de los jugadores. El traje, que se llama fajado, consta de tres piezas: la primera, la gamuza, es un trozo de cuero o de tela usado como taparrabos; es semejante a la prenda antigua que se ve en la pintura de Weiditz, de 1529, que representa a los jugadores de pelota aztecas llevados por Hernán Cortés a Europa. En Los Llanitos, se supone que la gamuza debe ser de venado.
Como hoy en día se prohíbe cazar venados, el cuero es de chivo o de vaca. La segunda pieza del fajado es el chimali o chimale, cinturón de cuero de aproximadamente cinco centímetros de ancho que se amarra en la cintura y pasa por debajo de las nalgas para mantenerlas fajadas e impedir lesiones. Aparentemente el nombre deriva del náhuatl chimalli, que significa “escudo” o “protección”.
Kelly dice que en los años treinta del siglo pasado, en Nayarit, el chimali estaba hecho de la parte exterior de la raíz de un árbol. La tercera pieza, la faja de algodón, sostiene la gamuza y aprieta la zona del estómago, dando más protección. Kelly dice que los jugadores se envolvían en trozos de llanta de automóvil bajo el chimali para protegerse todavía más. La cuarta pieza, llamada bota, es una tira de cuero que usan algunos jugadores debajo de la gamuza para amortiguar el impacto. Cuando no se usa, el fajado se envuelve con cuidado y se cuelga de las vigas de la casa, tal y como hacían los aztecas según la descripción de fray Diego Durán en su Historia de las Indias del siglo XVI, o como hacían los héroes gemelos del Popol Vuh.
Manuel Aguilar-Moreno. Profesor de historia del arte en la Universidad Estatal de California, sede Los Ángeles. Experto en culturas prehispánicas, historia colonial de México y muralismo mexicano. Ha escrito sobre arte e historia mesoamericana, arte colonial de México, arte funerario y juego de pelota mesoamericano.
Aguilar-Moreno, Manuel, “Ulama. El juego de pelota prehispánico que sobrevivió hasta nuestros días”, Arqueología Mexicana, núm. 152, pp. 73-79.
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