Son bien conocidos los restos arqueológicos del Tetzcotzinco, el “jardín de las delicias” de Nezahualcóyotl y otros gobernantes de Tetzcoco. Sus acueductos, canales, terrazas y “baños”, así como sus esculturas de piedra, han atraído la atención tanto de arqueólogos como de visitantes desde hace mucho tiempo. Sin embargo, es menos conocido el hecho de que el Tetzcotzinco no fue sino uno más de los componentes de un imponente complejo hidráulico prehispánico, cuya función era distribuir el agua sobre una vasta superficie del oriente de la Cuenca de México. Aquí describiremos los impresionantes restos de antiguos acueductos y canales que se ubican en el pie de monte de los cerros que rodean al Tetzcotzinco, cuya existencia, desafortunadamente, se ve amenazada por el rápido cambio del uso del suelo en la región.
Obras hidráulicas prehispánicas
Las investigaciones arqueológicas (Parsons, 1971) han demostrado que la parte oriental de Acolhuacan está cruzada por canales y acueductos, algunos abandonados y otros en uso, que sirvieron para conducir el agua desde los manantiales situados al
pie de la serranía hasta las tierras bajas del poniente. La mayor parte de esta red hidráulica corresponde al Posclásico Tardío, si bien fue modificada ocasionalmente en periodos posteriores. Existen dos subconjuntos principales: el del norte, el cual es alimentado por uno o más manantiales situados al oriente de lo que hoy en día son San Gregorio Amanalco y Santa María Tecuanulco, y cuyos canales llegan hasta los pueblos de Purificación y San Miguel Tlaixpan. La otra red, al sur, se alimentó de un solo manantial situado al sur de Santa Catarina del Monte, el cual pasa por San Pablo Ixayoc y Tequesquináhuac hasta Huexotla, así como por el sitio arqueológico del Tetzcotzinco.
En el área por la que cruzan esos restos hidráulicos hubo una ocupación del Posclásico Tardío con un patrón de numerosos poblados dispersos. No sabemos si los habitantes de estos asentamientos aprovecharon el agua de la enorme red de canales, pues no encontramos evidencia arqueológica de canales secundarios o terciarios que llevaran el agua desde los canales principales hasta las casas o huertas de esos lugares, y las fuentes documentales mencionadas más adelante indican que la mayor parte del agua se destinaba a los recintos de la élite, ubicados en las terrazas de las laderas del Tetzcotzinco y otros cerros aledaños.
El subconjunto norte
El agua, en su paso desde los manantiales de la serranía hacia los pueblos actuales de San Gregorio Amanalco, Santa María Tecuanulco y Santa Catarina del Monte, fluye aún por una compleja red de canales primarios y subsidiarios. Sobre la orilla poniente de Santa María Tecuanulco, un par de canales simples y paralelos conduce el agua hacia el poniente por surcos de 25 cm de profundidad y entre 25 y 50 de ancho, cavados sobre la superficie de tepetate en este paisaje erosionado.
Alrededor de tres kilómetros al oeste de Santa María, los canales tuercen abruptamente en ángulo hacia el noroeste sobre un gran acueducto hecho de tierra y escombro rocoso: el Acueducto B. El acueducto mide 375 m de longitud, tiene entre dos y cinco metros de altura y aproximadamente dos metros de espesor en la parte superior. En el extremo norte del Acueducto B, el agua se almacena en un gran reservorio subterráneo y, desde allí, se dirige hacia el norte y el oeste, rodeando el cerro San Miguel, hacia las casas y terrazas con riego de San Miguel Tlaixpan. En todos los casos, los canales simplemente están cavados unos cuantos centímetros en el tepetate o tienen rebordes de lodo y escombro que sobresalen apenas sobre la superficie del terreno. En el pueblo de San Miguel, los canales con frecuencia están recubiertos de piedra.
Cerca de la esquina noreste del cerro San Miguel, el canal se abre hacia el noroeste y lleva las aguas hacia la ladera sur del cerro Purificación, a través de un gran acueducto de tierra y escombro rocoso: el Acueducto C. Éste mide aproximadamente 400 m de largo; tiene una altura de 13 m en la parte central y un espesor de entre dos y tres metros en la parte de arriba. Al lado del acueducto corre un canal moderno, más o menos a la mitad del acueducto. En la parte superior de éste se distinguen cuando menos dos niveles sobrepuestos de canales abandonados. El canal de más arriba se encuentra sobre una plataforma de dos metros de ancho y 50 cm de alto. Se trata de un caño semicircular de aproximadamente 25 cm de profundidad. Tanto el canal como la plataforma están construidos con mortero burdo que corresponde, aparentemente, a épocas posteriores a la Conquista. Cada tanto pueden verse ligeras huellas de un canal hecho con alineamientos de piedra, casi con certeza de la época prehispánica, que corre en lo alto del acueducto, justamente por debajo de la plataforma del canal superior.
En el extremo oeste del Acueducto C el sistema de canales vuelve a bifurcarse para rodear con dos ramales el cerro Purificación. Sólo el ramal del sur funciona todavía y surte de agua para uso doméstico y riego al poblado de Purificación. El otro ramal, que rodea por el norte, oeste y este al cerro, está abandonado desde hace mucho tiempo. Casi sobre la totalidad de sus cuatro kilómetros de extensión se ve claramente una terraza de tierra y escombro de roca, por lo general cuidadosamente apilado hasta alcanzar entre uno y tres metros de altura. A lo largo de la empinada ladera del lado oeste hay varios contrafuertes de dos o tres hileras y de hasta diez metros de altura, que soportaron el lecho del antiguo canal. Por lo menos en dos partes, el canal fue cavado en la roca maciza.
El subconjunto del sur
Al parecer, esta red era alimentada por un solo surtidor localizado a 2 650 m del pie de la serranía, al sur de Santa Catarina del Monte. Hoy en día el agua –destinada casi exclusivamente al uso doméstico– fluye a través de un canal de piedra desde el manantial hacia San Pablo Ixayoc y Tequesquináhuac, para llegar a Huexotla, ocho y medio kilómetros hacia el poniente.
Al pie de los cerros que están al este de San Pablo Ixayoc se pueden distinguir apenas restos del canal abandonado que se unía al Acueducto A. Éste está construido con tierra y rocas apiladas a lo largo de 250 m; tiene 10 m de altura en su punto medio y dos de espesor en la parte superior. Se ven por lo menos seis niveles de canales sobrepuestos verticalmente en el acueducto. Esa construcción ha producido una masa de escombro –que cancela los pisos del canal–, la cual alcanza casi dos metros de altura en la mayoría de la parte superior del acueducto.
Los tres o cuatro niveles de los canales superiores están construidos con mortero grueso y grava volcánica roja, que no es diferente de la que se usó en la arquitectura colonial de la zona. Los fondos y paredes laterales de los canales inferiores están recubiertos con estuco y tienen un aspecto bien distinto al de los canales superiores, pues aquéllos son, casi con certeza, prehispánicos. En todos los casos los canales miden 25 cm de ancho y de profundidad.
Al oeste del Acueducto A los restos del canal abandonado están mejor conservados. Sobre las laderas occidentales del cerro Metécatl se ve claramente una construcción elevada y aplanada que llega a medir hasta un metro de altura en algunas partes. Este canal termina en el cerro del Tetzcotzinco, donde está claramente asociado a los demás restos arqueológicos del sitio. Esta asociación muestra el abandono durante el Posclásico Tardío del canal que se conectaba al Acueducto A, aunque parte del sistema pudo haberse utilizado en tiempos posteriores a la Conquista.
Traducción: Elisa Ramírez
Jeffrey R. Parsons. Doctor en antropología por la Universidad de Michigan, en donde es profesor.
Parsons, “Ingeniería hidráulica prehispánica en Acolhuacan”, Arqueología Mexicana, núm. 58, pp. 54-59.
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