David Stuart
El sacrificio humano fue parte importante de los rituales y la ideología mayas. El ejemplo más frecuente en el arte y las inscripciones de esa cultura es el sacrificio ritual por decapitación, descrito como acto de "creación". El sacrificio de prisioneros recreaba el complejo de mitos que permitía el establecimiento de un orden cósmico y fue clave en la ideología de los señoríos mayas.
Sorprende saber que los sacrificios humanos fueron parte importante de la antigua religión y rituales mayas, pues al pensar en tan sangrientas ceremonias lo primero que nos viene a la mente son los aztecas o mexicas. Los primeros investigadores se esforzaron en recalcar esta diferencia cultural esencial entre los "pacíficos" mayas de las Tierras Bajas y las "brutales" civilizaciones del Centro de México, para lo cual incluso llegaron a decir que el sacrificio humano fue raro entre los mayas y que tuvo poca importancia. Hoy en día conocemos más profundamente la cultura del Clásico maya y, con el paso del tiempo, hemos encontrado más y mayores paralelos entre la religión azteca y la maya. Aquí pretendo demostrar que los más recientes estudios sobre la cultura maya del Clásico han abierto nuevas perspectivas a las interpretaciones sobre el significado y los motivos que hay detrás del ritual del sacrificio humano.
Métodos de sacrificio
La extracción del corazón, tan común entre los aztecas, aparece en pocos casos del arte maya. Los más famosos se encuentran en escenas de ascensión al trono de reyes de Piedras Negras, Guatemala. En la Estela 11 de este sitio se ve en la cavidad pectoral de un sacrificado un bulto de plumas o tal vez el adorno del cuchillo ceremonial utilizado en el ritual. Los sacrificados casi siempre parecen niños; la extracción de corazones de niños se ve también en varias escenas mitológicas en cerámica pintada. En algunas ocasiones, como en el caso de Piedras Negras, el niño muerto era colocado en una gran vasija de ofrenda, con los instrumentos rituales. Las imágenes aparecen solamente en escenas relacionadas con ascensiones al trono o inicios de calendarios rituales de los nuevos reyes, lo cual indica que el sacrificio de niños se realizaba en circunstancias bien definidas. El sacrificio de niños -encarnación de la pureza y la vida- también se dio en el Posclásico, en Yucatán, y en los primeros años de la Colonia.
Otro método de sacrificio, reservado probablemente para los prisioneros de guerra, fue la extracción de las entrañas. La imagen pintada sobre una vasija en que se ve un sacrificio ritual de un prisionero atado a un cadalso de madera y un grotesco personaje que lo ataca con una lanza, mientras los músicos tocan tambores y trompetas, es una de las escenas más terribles del arte maya. Los murales de Bonampak muestran también terribles imágenes de tortura ritual donde los indefensos cautivos tienen los dedos sangrantes y al menos en uno de los cadáveres se ven heridas que indican muerte por tortura. Se ve también la cabeza de una víctima que muestra cómo tortura y sacrificio podían ir juntos.
Los dos métodos de sacrificio más comunes entre los mayas fueron la decapitación y el despeñamiento de víctimas, atadas, por las escaleras de los templos. Esta última forma se menciona explícitamente en un diccionario colonial maya yucateco con el término cucul eh (literalmente: "rodar escaleras abajo"), definido simplemente como: "otro sacrificio antiguo". En las inscripciones del Clásico se hacía referencia a esto como yal, "arrojar" a un cautivo. Esta práctica se puede ver en varias esculturas del periodo Clásico de Yaxchilán, donde los prisioneros asumen la forma de grandes pelotas ceremoniales, en un contexto en e l que se recrea explícitamente la imaginería del juego ceremonial de pelota. En la escena más grande y compleja se ve al gobernante Pájaro Jaguar IV, como jugador de pelota, ante unas escaleras por donde cae y "rebota" un prisionero llamado lk' Chih, "Venado Negro", señor de un reino llamado Lakamtuun (probablemente localizado frente al río Lacantún). Es poco probable que la escena ocurra realmente en una cancha; más bien, el lenguaje visual del juego de pelota se usa para representar el sacrificio de un prisionero de guerra. Hay un vínculo importante, y aún poco claro, entre el sacrificio y el juego de pelota; es recurrente en el arte y la arquitectura mayas, como por ejemplo en la escena de decapitación del juego de pelota más grande de Chichén Itzá. Allí, el paralelo visual se da más bien entre la pelota y el cráneo, y no con el cuerpo entero, como sucede en Yaxchilán.
Traducción: Elisa Ramírez
David Stuart. Conferencista decano de antropología de la Universidad de Harvard y curador Bartlett de jeroglíficos mayas del Museo Peabody. Director asistente del proyecto “corpus de inscripciones jeroglíficas mayas". Miembro del Consejo de Asesores de esta revista.
Stuart, David, “La ideología del sacrificio entre los mayas”, Arqueología Mexicana 63, pp. 24-29.
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