La muerte de Cuitláhuac

Patrick Johansson K.

Cuitláhuac muere 80 días después de haber sido entronizado, a finales del mes quecholli:

Auh zan ye ipan in in omoteneuh 2 Tecpatl xihuitl tlami Quecholli in huehue Metztlapohualli, ic 3 mani Metztli de diciembre, in on momiquillico in tlacatl Cuitláhuac Tlahtohuani Tenochtitlan, in ipiltzin Axayactzin, totomonalliztli inic momiquilli, iquac zan ye ompa temi Tlaxcallan in Españoles in tlatocat zan napohualilhuitl in Tenochtitlan (ibid., pp. 159-162).

Y en este mencionado año 2 pedernal, al final del mes quecholli en la cuenta de los meses de los ancianos Entonces correspondía al 3 de diciembre, vino a morir el señor Cuitláhuac tlahtohuani de Tenochtitlan, hijo de Axayactzin, murió de viruelas. Cuando murió fue cuando los Españoles ya andaban en Tlaxcala. Gobernó Tenochtitlan solo ochenta días.

La mayoría de las fuentes indican que gobernó 80 días, antes de morir a causa de la mencionada epidemia de viruela. Los 80 días podrían haber constituido una simple aproximación, ya que no pudieron monitorear la evolución de la enfermedad para que muriera exactamente después de este lapso. Esta precisión numérica podría indicar que fue un ajuste con carácter mágico- religioso de lo que duró efectivamente su mandato, unidad temporal simbólicamente significativa que habría tenido consecuencias favorables, en términos difíciles de definir, sobre su destino post mortem, quizás o sobre la suerte de los combates que proseguían.

Imagen: Elección y muerte de Cuitláhuac. Nótese la viruela representada sobre el bulto mortuorio. Códice Aubin. Foto: Boris de Swan / Raíces.

 

Patrick Johansson K. Doctor en letras por la Universidad de París (Sorbona). Investigador del Instituto de Investigaciones Históricas y profesor de literaturas prehispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, ambos en la UNAM.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Johansson K., Patrick, “Cuitláhuac. La visión de un vencedor, Arqueología Mexicana, núm. 167, pp. 78-85.