Rosa Ma. Reyna Robles
El sitio de la Organera-Xochipala es uno de los más representativos y mejor investigados entre los pertenecientes a la cultura arqueológica Mezcala. Los diversos materiales y datos asociados indican que el sitio estuvo habitado por individuos que detentaban el poder político, administrativo y religioso de una organización estatal.
Guerrero fue el crisol donde se fundieron numerosas y variadas culturas prehispánicas. A lo largo y ancho de su accidentado territorio se conservan innumerables vestigios arqueológicos de distinta naturaleza y antigüedad, muchos de ellos en sitios con características urbanas, como los de La Organera-Xochipala.
A escala local, La Organera-Xochipala formó parte de un sistema de asentamientos con arquitectura de mampostería, distribuidos sobre los filos montañosos que se desprenden de la meseta de Xochipala, los que en conjunto conforman una “ciudad discontinua” de aproximadamente 200 ha. Su disposición estratégica obedeció a la necesidad de vigilar y a la vez dejar libre la mayor extensión de tierras cultivables de la meseta, conocida como El Llano, pues seguramente constituyó, y aún ahora constituye, “el granero de la sierra”. A escala regional es una de las zonas más representativas y mejor investigadas de la cultura arqueológica Mezcala, cuyos vestigios se han localizado en un área de más de 22 000 kilometros cuadrados que incluye la Tierra Caliente, las regiones central y norte de Guerrero y los límites con Michoacán, estado de México, Morelos y posiblemente Puebla.
Esta zona arqueológica fue conocida y reportada a fines del siglo XIX por William Niven, un explorador de minas de origen escocés que recorrió gran parte del suelo guerrerense y llegó a interesase tanto en las “ruinas”, que realizó numerosas excavaciones y recobró varios cientos de objetos, entre ellos las pequeñas esculturas esquemáticas de piedra que varias décadas después se conocerían como de estilo Mezcala. Gracias a su amplitud de visión, su conocimiento de las rocas y minerales, sus notas, sus dibujos y fotografías, este singular personaje dejó el primer trabajo valioso para el conocimiento de la arqueología de Guerrero.
Hacia los treinta del siglo XX se desató una verdadera fiebre por coleccionar objetos arqueológicos. En Guerrero los más codiciados por sus cualidades estéticas fueron los de piedra con representaciones de templos y palacios, diversos animales y utensilios domésticos, pero sobre todo un grupo numeroso y heterogéneo en forma de cabezas, máscaras y personajes humanos de cuerpo entero. Miguel Covarrubias distinguió varios estilos entre las representaciones antropomorfas; a uno de ellos “de carácter puramente local e inequívoco” lo llamó de estilo Mezcala. El coleccionismo de estas piezas se incrementó en las décadas de 1960 y 1970, cuando en la localidad de Xochipala prácticamente todos los pobladores hicieron del saqueo una de sus actividades principales. Para obtenerlas se debieron destruir cientos de edificios, pues se calcula que hasta los años ochenta se sustrajeron más de veinte millares de estas piezas, las que se encuentran en colecciones particulares y museográficas de México y de varias partes del mundo.
Reyna Robles, Rosa Ma., “La Organera-Xochipala, Guerrero”, Arqueología Mexicana núm. 82, pp. 42-46.
• Rosa Ma. Reyna Robles. Doctora en antropología por la UNAM. Investigadora de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. Expresidenta del Colegio Mexicano de Antropólogos. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores y del Consejo de Asesores de Arqueología Mexicana.
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