Mosaicos de plumas
Este texto es una conferencia que se presentó en el otoño de 2022 en el Museo Nacional de Antropología, en el marco de la Cátedra Eduardo Matos de la Universidad de Harvard, que ahora se ha adaptado para constituir un número especial de Arqueología Mexicana.
Aunque el registro no es completo ni exhaustivo, se puede saber que los artesanos trabajaban de dos maneras la pluma: atadas con fibras o pegadas sobre un soporte de papel para hacer mosaicos.
En algunos objetos complejos podían utilizarse ambas técnicas. En cualquier caso, siguiendo una compleja cadena de operaciones, los artífices primero debían preparar la materia prima y contar con un diseño predeterminado. Una vez listos los materiales, procedían a elaborar, por ejemplo, escudos o penachos.
Para confeccionar un objeto con miles de plumas, los artífices precisaban no sólo de mucha pericia, sino también del dominio de una intrincada secuencia de producción para poder destacar el color, el brillo o la iridiscencia de los materiales utilizados y ocultar, expresamente, todas las huellas de los rasgos tecnológicos, así como los soportes y estructuras (Moreno Guzmán y Filloy Nadal, 2021).
Para hacer un mosaico, las plumas podían pegarse entre sí, adherirse a un soporte o fijarse en capas a un papel recortado en la forma deseada; después, las secciones emplumadas se unían para completar el rompecabezas.
Imagen: Un amantecatl ambidiestro elabora un mosaico con pedazos emplumados de papel. Códice Florentino, lib. IX, f. 64r. Foto: Biblioteca Nacional de Antropología e Historia
Laura Filloy Nadal. Restauradora por la Escuela Nacional de Conservación, INAH, tiene una maestría y un doctorado en arqueología por la Sorbona de París. Es curadora asociada de las colecciones de América antigua en el Museo Metropolitano de Nueva York.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Filloy Nadal, Laura, “Mosaicos de plumas”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 111, pp. 48-61.