La rebelión de la Sierra Tarahumara

José Luis Bermeo Vega

En el primer levantamiento de los habitantes de la Sierra Tarahumara en contra de la expansión jesuita, en 1616, los tepehuanes, al sur de la sierra, dieron muerte a ocho misioneros jesuitas. En 1645, se rebelaron los tobosos. Los tarahumaras lo hicieron dos veces, en 1648 y en 1652. En una última rebelión, entre 1690 y 1698:

 …los soldados, liderados por un capitán español llamado Juan Fernández de Retana mataron a 30 indios, les cortaron las cabezas y las empalaron a lo largo del camino, cerca de Comórachic. Esta crueldad sublevó a los tarahumaras del norte. En represalia, destruyeron iglesias y mataron a más sacerdotes. El Capitán Retana, en respuesta decapitó a otros 33 indios y empaló sus cabezas cerca de Sisoguichi. Esta rebelión, que terminó en 1698, fue tan severamente aplastada que terminó definitivamente con la resistencia armada tarahumar (Kennedy, 1990, p. 33).

Una cruzada en la sierra

Los recién llegados consideraron que el sencillo modo de vida que encontraron en la sierra debía ser desechado para dar paso a la civilización, que debía ir de la mano con la empresa evangelizadora. Las misiones de los jesuitas, como las de muchos de sus colegas de otras órdenes, tenían claros rasgos utópicos, al mismo tiempo económicos y demográficos, tecnológicos y educativos, religiosos y sociales.

Iniciaban con la instauración de un nuevo patrón de asentamiento: el pueblo, un sitio que concentraba a la población en lugares escogidos y permitía desarraigar a los indígenas de sus territorios físicos y simbólicos, al tiempo que instauraba un modo de vida sedentaria en torno al nuevo eje político-religioso: la iglesia y la plaza.

Se trataba no sólo de enseñar una determinada doctrina sino de crear un nuevo tipo de persona, cuya vida trascurriera en la estabilidad de familias monógamas asentadas en el orden geométrico y jerárquico del poblado. Alfonso Alfaro hace este lacónico balance:

…en este inmenso espacio, nómada e insumiso (hoy escindido por una frontera), los misioneros enfrentaron algunos de sus más escarpados desafíos. Aquí, como en Chile, los refinados hombres de ciencia se esforzaron por convencer a algunos de los pueblos más altivos y pugnaces del continente e intentaron compartir sus vidas. Sus éxitos fueron apenas más numerosos que los fracasos, pero a la larga el balance no deja de infundir admiración y respeto (Alfaro, 2003, p. 47).

 Imagen: Misión de Satebó. Sierra Tarahumara. Foto: Archivo Histórico de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús.

José Luis Bermeo. Filósofo y antropólogo. Doctor en derechos humanos, retos éticos, políticos y sociales, por la Universidad de Deusto. Su tesis en antropología, “Formación y dinamismos étnicos en el Guerá”, obtuvo el premio Fray Bernardino de Sahagún. Profesor en el Departamento de Reflexión Interdisciplinaria de la Universidad Iberoamericana.

Bermeo Vega, José Luis, “Transformación y cambio en la primera evangelización”, Arqueología Mexicana, núm. 175, pp. 46-51.