La religión mexica tras la conquista

Rafael Tena

VII. La religión mexica después de la conquista española

La religión ofrecía a la sociedad mexica una visión del mundo completa y coherente, donde aún los misterios y las dudas tenían cabida y aceptación. Podemos, entonces, entender el impacto desconcertante que causó en el ánimo de los indígenas la imposición de una religión y de una cultura extrañas. Los conquistadores españoles no sólo eran superiores en la tecnología bélica que les permitió vencer a los aborígenes, sino que se reputaban igualmente superiores en todos los demás ámbitos de la existencia. Su religión no era sincrética, como la nahuamexica, sino proselitista, misionera y excluyente. Había, pues –de acuerdo con tal mentalidad–, que erradicar la antigua religión, como encarnación, no sólo de la ignorancia o del error, sino de las mismas fuerzas diabólicas o del mal.

Muchos aspectos del mundo prehispánico, y sobre todo los relacionados con la religión oficial, desaparecieron para siempre por efecto de ese encuentro súbito y violento de las dos culturas trans-oceánicas; otros muchos, y sobre todo los ligados a la religión popular, se ocultaron momentáneamente, para resurgir más tarde, a veces en forma encubierta o sincretizada. [...]

Hernando Ruiz de Alarcón escribió en 1629 un Tratado de las supersticiones y costumbres gentílicas que hoy viven entre los indios naturales de esta Nueva España; ahí presenta el texto de algunas invocaciones o conjuros que seguían practicándose clandestinamente en su tiempo. Así, por ejemplo, cuando un curandero-adivino realizaba un sortilegio con granos de maíz antes de efectuar una curación o para adivinar la suerte futura de una persona, recitaba en náhuatl el conjuro que, traducido libremente, decía:

Ven, noble y preciosa Chicomecóatl;

venid, dioses familiares que lleváis en vuestro nombre la cifra de cinco.

Veamos cuál es la pena que aflige a este hombre.

¿Será mañana? ¿Será pasado mañana? No, ha de ser ahora.

Yo, el anciano Cipactónal, miraré en mi libro y en mi espejo

si este enfermo hallará remedio o ya se encamina a su fin.

(Ruiz de Alarcón, Tratado…, en Pedro Ponce et al., El alma encantada, 1987, p. 193).

Las manifestaciones de la religión oficial indígena fueron severamente reprimidas por las autoridades, civiles y religiosas, instauradas en Nueva España desde Europa por el poder imperial. Los pobladores indígenas que sobrevivieron a la guerra de conquista y a los estragos de las nuevas enfermedades y de la explotación desmedida abandonaron, en su inmensa mayoría y con mayores o menores reticencias, su antigua religión y abrazaron la religión cristiana y católica de los conquistadores y evangelizadores.

Pero, junto a las creencias y las prácticas de la nueva religión han logrado persistir, bajo formas a veces sutilmente veladas, algunos vestigios de la antigua religión, que ahora los etnólogos descubren e identifican, sobre todo en las comunidades indígenas; a su vez, los historiadores, por medio de las fuentes escritas, aprenden y reconstruyen numerosos elementos de la religión y la cultura de quienes antes que nosotros habitaron en este territorio de México.

 

Rafael Tena. Maestro en historia por la Universidad Iberoamericana e investigador de tiempo completo en la Dirección de Etnohistoria del INAH. Su campo de interés académico es la historia, la cultura, la lengua y la literatura de los antiguos nahuas del centro de México.

Tena, Rafael, “VII. La religión mexica después de la conquista española”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 30, p. 22.