Los códice Mendoza y Florentino, así como varios cronistas del siglo XVI, describen ampliamente cómo transcurría la existencia de los muchachos y muchachas en las diferentes escuelas establecidas por los nahuas. En el Mendoza (f. 61r) se representa el ingreso de los muchachos de quince años en los calmécac, escuelas sacerdotales, y cuicacalli, casas de canto. A su vez, en el Florentino hay una imagen que muestra a los padres llevando a sus hijos a la escuela, así como otra en la que se ve a los muchachos que allí se educan acarreando leña y atizando el fuego por la noche.
Hay que añadir que en d Mendoza se dedican varios folios a mostrar cuáles eran las principales actividades de los que se hallaban en la escuela. Entre otras cosas, puede verse a los educandos barriendo; acarreando leña, púas y ramas de abeto para los servicios religiosos; siendo adiestrados para la guerra y aprendiendo a tocar instrumentos musicales. Otras ocupaciones incluían la observación de las estrellas, la navegación en canoas, los combares y el hacer cautivos. Asimismo, se representan los castigos que se imponían en casos de desobediencia (Códice Mendoza, ff 63r-61tr).
A su vez, el Florentino, en varias secciones de un largo apéndice al libro III, proporciona copiosa información sobre cómo era la vida en los telpochcalli, casas de jóvenes, y en los calmécac, escuelas sacerdotales. El régimen de existencia que se describe allí respecto de los telpochcalli coincide en gran parte con las escenas pintadas en el Mendoza. A su vez, la información del Florentino acerca de los calmécac habla de los aspectos más elevados en la educación que allí recibían los que llegarían a ocupar importantes cargos en la administración y jerarquía social, política, militar y religiosa. De las materias que se transmitían en los calmécac se refiere que: "Bien se les enseñaban los cantos, los que se dicen cantos de los dioses, los cuales recitaban siguiendo el contenido de sus libros. Y también se les enseñaban la cuenta de los días y los destinos, el libro de los sueños y los de los años" (Códice Florentino, apéndice al libro III, VIII).
Haciendo referencia, en forma bastante amplia, a otras actividades y enseñanzas de los educandos, en el manuscrito en náhuatl que se conserva en la Biblioteca Bancroft se cuenta que:
Se enseñaba también el arte plumario, el trabajo de los metales, la pintura de los códices, el pulido de las piedras preciosas, la composición de cantos, la oratoria, la música, el conocimiento de los ciclos, la jardinería, en suma todo lo que integra la Toltecáyotl. En las escuelas para las muchachas se les enseñaban los oficios y quehaceres de las mujeres: barrer, preparar los alimentos, moler el maíz, hacer tortillas y tamales; hilar, tejer y bordar. (Huehuehtlahtolli, Biblioteca Bancroft. ms. M-M 458, f. 10v).
Toltecáyotl, traducido a la letra, significa toltequidad: esencia y conjunto de creaciones de los toltecas. La toltecáyotl, el legado de Quetzalcóatl y los toltecas, abarcaba la sabiduría, escritura y calendario, libros de pintura, los astros, las artes, bondad y rectitud en el trato de los seres humanos, el arte del buen comer, la antigua palabra, e l culto de los dioses, dialogar con ellos y con uno mismo.
En otros códices, como el Borbónico, hay también referencias acerca de las fiestas realizadas a lo largo del año, en las que cantaban y bailaban con diversos atavíos los jóvenes de ambos sexos. Relato interesante en el Florentino es el que habla acerca de competencias y otras formas de enfrentamiento entre estudiantes de las distintas escuelas.
Cuando, con el paso del tiempo, muchachas y muchachos habían madurado y podían ya contraer matrimonio, salían de sus respectivas escuelas. A las jóvenes iba a corresponder cuidar del hogar y de los hijos que tendrían; a ellos proteger y alimentar a su familia y tomar parte activa en la vida del pueblo del que eran parte. Unos tendrían oficios de artesanos, jardineros o albañiles, otros mercaderes o guerreros y, en niveles más elevados, maestros, artistas, funcionarios públicos, capitanes, jueces, sacerdotes y gobernantes.
Años de sabia y rigurosa formación eran ciertamente los de la niñez y la juventud entre los nahuas. Y, para mostrar que formas de vida muy semejantes prevalecían también en otros lugares de Mesoamérica, concluiré aduciendo un testimonio del ámbito maya. Lo proporcionan las imágenes y el texto glífico que aparecen en un vaso cilíndrico y policromo del periodo Clásico Tardío. El vaso, que probablemente proviene del sur de la península de Yucatán. se conserva en una colección privada.
En él se ve a un ah ts 'ih, escribano-pintor anciano, representación del dios solar, sentado junto a dos jóvenes que parecen ser sus discípulos. El anciano vuelve a representarse en el mismo vaso mostrando a sus discípulos un códice. En la parte superior del vaso hay una inscripción que se refiere a las cosechas de las que proviene el alimento. Varios numerales forman parte de la inscripción. El texto se ha interpretado como una alusión metafórica del anciano haciendo ver a sus estudiantes que la escritura es sustento del pensamiento.
Tomado de Miguel León-Portilla, “Niñez y juventud entre los nahuas”, Arqueología Mexicana núm. 60, pp. 22-29.
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